DEVOTOS;
CfeI h@mbre, en cuyo favor se obró este prodigio, re- Santo.
husase
a
Jesu-Christo su reconocimiento
y
su amor.
¿Pero .acaso el Salvador ignoraba el poco reconoci-
miento. q_ue los .hombres
mostraría~
a
;.rn
t3n insigne
ben fic10i:
De
nmgun modo. Conociendo todas fas
co~
sas, lo
~izo:
entonces n1ismo tenia presentes todos los
111enO'spred0s , todos los sacrilegios , todas las irre–
v.erencias, todas las horribles profanaciones ·que
se
ha-
bían
de
hacer de su sagrado Cuerpo. Tenia delante
de sus
jos
los horribles
exc~sos
a
que so dexarían
llevar los hombres contra
est~ ~ di
v_ino Sacramento,
la diabolica maJjgnidad de los Hereges, todas las co–
mu.niones sacrílegas de tan_tos malos Christianos , to-
das las horrendas irreverencias que se cometerían en
1iue~tras
Iglesias. Sin embargo
de-
este horrible mqn--
tón de ulrrages, de impiedad,
de
irreligion , . insti- ·
ttiye Jesu-Christo este mysterio de amor, que debía
ser
la
memoria continua de su Pasiori,
y
que por la
malicia de los hombres debía renovar, por decirlo así,
todas las ignominias de esta misma Pasion. Compre–
hendemos 'el ·.exceso del amor infinita que el Salvador-
nos testifica en
la
Eucaristfa..
~Pero· podemos
compre-
hender elexceso de nuestra ingratitud ácia este ama-
ble Salvador
2
Jesu-Chr~sto
no rieoe necesidad de los
hombres;
y
con todo, los ama tan apasionadamente,
que
reputa por nada el estár encerrado en
~1na
Hostia
hasta el
fin
de los siglos:tanto es·el gL1sto que tiene
de
escár con
ellos~
Los ·hombres·al contrario, no
pu~den
.
pasar sin Jesu-Christo,
y
sin ·embargo
lq
an~an
tan po-
ro, que no hacen caso de esta mara,villa; tan poco '"
aprecian la
dicha que
poseen en tener continuamen-
te
a
Jes_u·-Chdsto-co?sígo•.
~Es
posible que Jesu-Chris-:
t<;>