·.
DE POTO S.
í3
necesar.10 qtte Jesn-Christo muriese,
para
que
noso-
dePasi~n.·
trOS
pudiesemos entrar
a
poseer la herencia que nos
babia prometido.
El Evangelio de
la
Misa
de este
dia
no conviene
menos que la Epístola al gran Misterio de la Pasiou,
cuya solemnidad empieza este Domingo,
y
continúa
hasta Pasqua.
· Estando el Salvador en
el
Templo cinco,
o
seis
meses antes
de
su muerte, hizo
un
largo
y
admira–
ble discurso
a
una
multitud de gentes
qu~
lo est-a-ban
oyendo, en el qual
les
explicó su union con
n Pa–
dre, el caraéter 'y el poder que habia recibido de
él , la autoridad y autenticidad de su divina Mision,
la
deplorable ceguedad de
los
que rehusaban cono–
cerlo y recibirlo ;
y
finalmente,
la
excelencia, y
la
verdad de su d,
rina. La vivas reconvenciones que
babia hecho
a
>S
Judíos sobre que
110
querian creer
en
él ,
habie
'"
visto
obrar tantos milagros,
los
amargaron '/ sc4udecieron, porque bien conocian
que un
ra.-i
·in"
nido
los
hada inescnsables.
'Porque en
fin
l
·s
d
,.·
e
u-Chrisro, solo podeis te-–
ner dos pretextos •
ar~
p.
11ar vuestra obstinada in–
'credulidad :
o
los
defeétos que adyerrís en mi con–
dt1éta ,
o
los
errores que descubrís
111i
doétrina.
PeroYo os desafio
a
que no hallais nada
qt
e
reprehen–
der ,
ni
en
mi
do{..'t:rina,
ni
en
mi
vida ,
au11
1ue
há
t.1nto tiempo que me observais con tanta
ma~igni
dad: Porque
~quién
de vosotros me podrá conven–
cer del menor defeéto
2-
Y si no sois capaces de acn–
sarme de nada,
si
mis obras
y
mis leyes
son iaual–
mente irreprehensibles,
si
no os predico sino la
0
pnra
verdad,
si además de esto autorizo todo quamo di-
go