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A
B R 1 L.
vida , hizo tanta fuerza al Papa, qne en el misn1o punto
hizo voto en su corazon de restituir
á
Roma la Silla
Apostólica;
y
consultando este punto con nuestra San–
ta ,
sin declararla el voto que havia hecho , le respon–
dió Cathalina :
Santísimo Padre
,
¿para
qué consulta V.
S antidfJd .una co,sa que ya tiene ofrecida
á
Dios
~
De lo que
adrnirado~
el Patpa, porque soto Dios podia saber el voto
qqe havia
h~cho
, no deliberó
.' a
ponerle en execucion:
y
así, partiendo de Avii1on el dil
1
3.
de Septiembre de
1
37 3.
entró en Rotna
á
1
7·
de Enero del año siguiente. Lue–
go llatnÓ
á
la Santa
á
aquella Corte ,
y
aprovechandose
n1ucho de s 1s consej0s, no fiaba• n1énos de la eficacia de
.
sus oraciones.
A ·
la tnuerte del Papa, que sucedió dos anos despues,
se siguió
un
funesto cisma. UrbJno
VI.
sucesor de Gre–
gorio , no honró 1nénos
á
Santa Cathalina que
sn
prcdece..
sor ;
y
convencida
la
Santa de que éste era el lcgít-itno
Pastor de
!J.
Igl.e-sia, trabajó con todas sus fuerzas en que
tod·)s le
rec
n
cie~en
por tal; experilnentándose princi–
paln1ente en est
importante ocasioa quánto poder tenia
en lo s
coraz~'>
'n.es,no solo la opinion de su eminente vir–
t ~d,
sino
1
a mirable ingenio , su eloqüencia , su espí–
ri t llo vaor ) nil , su con1prehension ,
y
su extraordinaria ca-
pacidad.
o
•
Havia resnelto
el
P~pa
enviarla por Dipntada,
y
como
Legada s 1ya
á
la Rey na de Nápoles,
y
de Sicilia;
y
Ca–
thalina, llena de fe , de caridad , •de zelo , de valor, esta..
ba detenninada ya
a
en1prenderl0 tOL
1
0
por la mayor glo–
ria de Dios,
q
1ando se sintió acon1etida de una grave en–
fermedad. Quatro n1eses estuvo padeciendo dolores tan vi–
vos ,
y
tan ex;traordinarios , que -nadie dudaba era aqudla
~nfennedad
tan sobrenatural , con1o se consideraba su vi–
cia on1ilagrosa;
y
1nostrÓ una paciencia tan heroyca en to•
dos ellos, qne por ningun otro lado se acreditó su espí-–
ritu
de tan grande , con1o por éste : siendo cierto, que las
aflicciones ,
y
trabajos en que Dios la exercitó casi sin in–
tennision -por todo el rietnpo de su vida, la hiciéron
tnu–
cho 1nas adtnirable, que las brillantes ,
y
ruidosas accio-
nes