DI A XX VI.
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sericordia. Concededme, Señor, esta misericordia, que Vos
mismo me haveis merecido , para que la
~ante
en el
Cie~
lo por toda la etemidad.
J
A C U LA
T,
O R I A S.
Quién de vosotros podri habitar en. medio de aquel fue
400
go abrasador
~
a
Quién podrá habitar en aquellas llamas
etern as~
(a)
·
¡O
Señor
l
no me castigueis en medio de vuestro furor;
no me juzgueis quando estais ayrado contra
mí
(b).
P R
Ó
P
o
S 1
T'
O
S.
1
Todo
lo
que pasa con
el
tiempo , todo lo que
tiene fin , es poca cosa ,
y
hablando en r!gor , es nada.
¿
Qué
es lo que tenemos ahora de los gustos ;
ó
de los disgus–
tos 9ue expe imentamos en la L1iñez
~
Denu·o de cien años,
a
que impresion nos had ni molesta • ni gustosa, lo que
ahora pasa por
nosotros~
Miéntras vivimos, se suceden unos
á otros los bieffes ,
y
los males ; pero demos que dnren
estos por toda la vida ;
¿
qué rtos restará de ellos un ins–
tante despnes de
la
muerte~
y
respecto de la
eternida~
¿qué
es toda nuestra vida
?
Hablando en propriedad , rtingun
mal
es horrible , ninguno nos debe hacer desesperar, sino
el
que nunca pasa,
el
que jamas se ha de acabar.
Y
siendo
este mal extreL110 , siendo
el
supren1o mal
~qué
cosa mas
terrible que su eterna duracion
?
Pues ésta es la herencia
de todos los que muere11 en pecado mortal ; ésta es la suer–
te de todos los que se condenan. Dolores sin medida, tor–
mentos sin número , duracion sin fin.
¡
O
Dios! ¡qué des–
gracia mas horrible ,
ni
mas digna. de temerse
!
ay
es es-
ta
(a)
.Qui.r poterit habitaré de vobis
cum
igne devóranté
~
quis habita-.
hit ex vobis
cum
ardoribus Umpitet'nis
?
lsai.
~3·
(b)
Domine, ne
in furore tuo at'guas me
,
neque iu ira tua. corripias
me.
Pial.
6.
Lllz