DIA XV.
Q
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as pasiones la ciegan,
y
la arrastran. S1nson pierde jama–
mente con su fuerza, la libertad, y
los
ojos. Tan poco ad–
vertidos como él , decimos con demasiada confi ,mza en
nuestras proprias fuerz1s:
Eg rediar,
&
me excut!am.
(
Jn–
dic.
r
6. )
Sabré lograr mis intentos por mi habilid.:td.
y
por
mi
industria : saldré con esta ide,1 , llevaré al cabo
tal
proyecto , concluiré felizmerire tal negocio , y yo mismo
me fabri caré mi fortuna. Con esta yana con fianza se
aplican los me.lios , se h1cen los mayores esfuerzos
~
se
ponen en movimiento todas las n1iquinas, todos los ar–
tificios ,
~y
al cabo
qu~
es lo que se
consigue~
verse
lasti–
mosamente sepultado entre sus ruinas. Así se complace
Dios,
por decirlo as1, en confLmdir nuestra· ambicion. Aprové–
chate de estas reflexiones,
y
en adelante no atribuyas
·el
mal suceso. de tus negocios,
y
pretensiones, ni
á
la n1ul–
titud de concurrente.s, ni
á
lá malicia de los envidiosos,
ni
á
la erhulacion , interes;
ó
mala fe de los que desba-.
ratan tus · medidas : el verdadero orígen de
tt.t
desgracia es
esa prudencia ruran1ente hmnana ' esa frívola confianza,
ese brazo de carne eo que te fias. Gobiérnate en lo suce-
.
sivo
por mejores principios,
y
edifica sobre mas sólidos
cimientos.
Nunca
e.npr.endas co:;as sino confiado _en la
asistencia dd ielo.
:az
poco caso ,
ó
ninguno
de
tu
in–
dustri.l , de
m
poder ,
y
de
tu
crédito , teniendo presen–
te
aq·1el
oriculo :
Nisi Dominus
cedijit·averit
domum, in
va.-.
num laboraverunt qui
~tdijicant
eam.
(
Psalm.
126.)
Si el Se–
ñor no
to1~1.a
de su. cuenta este negocio, esta empresa, si
él mismo no levanta mi casa , inútiles son todos los es–
fuerzos de quantos se empeñan en levantarla.
En
vano ve–
lamos nosotros, si el Señor no veLl. Debemos, decía
N. P.
San Ign.1do , tener en Dios una confial1Za tan perfecta, co–
mo si él solo , sin concurso nuestro , huviera de hacer
todas nuestras obras;
y
.debemos nosotros aplicu-nos
á
ellas
con tanto cuidado , como si nosotros solos las huvieramos
de hacer ·sin concurso suyo.
2
No basta desconfiar de nuestras fuerzas ,
y
de nues.,
tra industria, es
nec~ario
proceder como hombres
que
todo
lo
esperan de Dios. Primer0: NLtnca empremhs
Kk
2
co-