fJEVOTOS.
teles de
la
Ciudad, que havian de eíl:ár
a
fu
cargo. San
·nia
XVI.
Hygino, cinqüenta
y
cinco años defpues luvia aumen-
tado el número,
y
San Marcelo le determinó al núme-
ro fijo de veinte
y
cinco Panoquias. Adminiíl:raban- _
fe en ellas los Sacramentos ; diíl:ribuíafe
a
los Fieles la
palabra de Dios,
y
fe cdebraban los d.ivínos Myíl:e-
rios. Deioe entonces fe comenzó
a
llamar Presbytero
C ardenal al Presbytero principal , que tenia
a
fü
car-
go las Parroquias, como que era el quicio fobre
el
quar fe movía
el
cuidado efpirimal de la Par roquia:
y
eíl:o es lo que hoy dia fign ifica el tÍtulo de eíl:as Ig le-
fias ,
que
tiene cada Cardenal.
El
zelo de la di fc iplina Eclefiá ílica irritó los áni–
mo , y ocafi onó al famo Pontífice crecidas mortifi–
caciones .
Li
mayor parce de los que havian
flaque~do
en la última perfecucion, querían
{er
reconciliados con
la
Iglefia , caÍl fin recibir ninguna penitencia. Muchos
•
de los que por
fu
minií1erio d bian reconciliados, les
concedian la abfolucion con demafiada facilidad,
y
acufaban el rigor del Santo como importuno ,
y
ex-
cefivo. Eíl:a di verfidad de pareceres causó inquietud,
y
divifion. Y Maxencio , que
defpues
de b
viél:oria con-
feguida
comra evéro,
yá
no cornempl:iba
a
los
Chrií=
tia
nos, tomó de agui ocafion para renovar la perfec u-
c.:ion contra
la
Iglefia.
Mandó ven ir delante de sí
a
San Marce
lo,
y
qu
ífo
obligarle
a
renunciar
la
Fé ,
ya
facrificar
a
19s
!dolos.
Lar folucion ,
y
la conitancia del fanto
Pomifice le
afombraron. Emp leó todos los artificios que pudo pa•
ra
d
rribarle, dulzura, feveridad, promefa ,
amena–
za , fu pli ios; pero rodo fue inútil. H izole defpedazar
con
crueles
azotes ;
y
por
una efpec i.e
refinada de
crn 1-
dld