EL CANTICO DE
LOS
CANTICOS.
8 Vox dilecti mei , ecce iste.
venit saliens in mon tibus , tran–
siliens colles :
9
Similis est dilectus meus
capreae ; hio nuloque cervorum:
en ipse stat post parietem no–
strum , respici ens per fenestras,
prospiciens per cancellos.
•
.
,
mataron con su aliento; y
Ia
mornda de
unos y de o tros
foe
en montes altos , es–
to es , en los Cielos , por la contempla–
cion
y
pureza de su vida
y
costumbres.
El doB:o BossuET da aquf priocipio al se–
gundo di a , su poniendo , que habiendose
canrado a
los
Esposos un epithalamio quan·
do
se
retiraron a dormi r, acudieron las don–
cellas por la mafi ana para cantar otro an–
tes que
Ja.
Esposa· se levantase , segun la
costumbre
cit
aquellos tiempos;
y
estan–
do y a para dar principio , Jes ad
vie
rte el
E sposo , que no despierten a su Esposa,
sino que la dexen dormir , hasta que ella
por si misma se despierte.
'
Coinunm•te suponen los Exposi–
tores ,-qne · la Esposa refi.ere aqn1 , lo que
la
fuerza de
la
imaginacion y de! amor
la
hizo ver en suefios' luego que adorme–
cida en
los
brazos de su Esposo , la dexo
fSte recostada , y reposando en su ca–
ma. Mas aunque dormida, su amor ha–
cia estar en vela a su corazon ;
y
as! le
parecio que a grnnde distancia , porque
estos inconvenientes desaparecen en los
suefios , ofa la voz de su amado , y que
le vefa venir saltando
y
volando por
los
montes
y
collados , semejante a una
corza o ciervo , cuya Iigereza es bien
conocida. Muchas foeron las voces con•
que hablando el' Esposo a los Patriarcas
y
a los Prophetas , ya desde el principi8
de! mundo anunci6 y sefialo su venida;
pero la
vo~
clara
y
distinta que se
oy6,
foe
la del"'Santo Precnrsor , a quien
foe
d~do
como nombre propio
y
peculiar,
dice
S.
AGUSTIN
Serm .
xx.
de Sanctis,
el
de voz .
Luc. rrr. 4 . Los antigaos Pro–
phetas solamente podian decir :
Vendrtf;
pero Juan, como sefia lfodole con el de–
do, dice:
Ved que viene: Vedle aqu{pre–
.sente.
En la vclocidad
y
liger~za
con que
8
La voz de mi amado, ved–
le que vien·e saltando por los mon-
o
tes , traspasando los collados
1
:
· 9
Semejante es nuestro ama–
do a la corza
y
al cervato : ved–
le que
el
mismo esta tras nuestra
pared , mirando por las ventanas,.
oteando por las celos.ias
2
•
viene,
se
muestra
Ia
presteza con que e1
Se..
fior socorre a los suyos, y con la que se–
fialadamente vino a reparar Ia ruina de! ge–
nero humano por medio de su mwerte, co11
la que abatiendo el orgullo de
las
podero–
sos de! siglo,y hnmillaodo la soberbia de los
amadores de! mundo que se representa11.
en los montes
y
collados , de que se ha–
bla .en este lugar , los hizo
humilde~,
do–
ciles y obed ienteS a
SU VOZ.
V eanse en el
mismo sentido las palabras de! mi smo Pre–
cursor Juan en S. Luc As
III.
5.
ri
Afiade la Esposa, que ll egando su
Esposo , no qu iso entrarse desde luego,
ni de! todo mostrarsele , sino como quie11
hace ademanes de juguetear; primero, es–
tind ose quieto y cubierto tras la pared;
despues asomandose ya por un !ado '
ya
por otro , por las ventanas , por los res–
quicios de la puerta , por las celosfas.....
pero siguiendole siempre
Ia
Esposa, y no
perdiendole de vista. Todo
lo
qua! ·ex–
plica con mucha propiedad los juegos gi-a–
ciosos en que hallan su conrenro y satis–
faccion los muy enamorad os ,
y
al mismo
tiempo representa admirablemente las in–
venciones del amor Di vino hacia las almas
sus Esposas. Estas le tif';•en siemp re veci–
no; pero les esta esconCiido,
y
no le pue–
den ver sino por los ojos de la fe. La pa–
red que med ia entre la Esposa y el Divi–
no Esposo , es
la
condicion de la morta–
liJad que oculta su Divinidad ; pero no
en tanto grado , qae no se dexe sentir
por los efeB:os de sus obras maravillosas;
que esto quiere significar
lo
que aqui se
dice: que miraba por las ventauas,
y
ace–
chaba por las celosfas. .... Despues que
subi6
al Cielo , la f'ared qae puso el en–
tre sf y la Iglesia Militante es nad a me–
nos que todo el Cielo ; pero sin dexar
de esrar cerca , ayudindola con su gracia
I