-
193 -
Estos,
pue~
•. inspirando el soplo del divino Númen, sobrepuja–
ron la debd1dad de la naturaleza, y hechos el espectáculo del
~1_1ndo,
.de los ángel?s y de los hombres, con la copia de sus he–
roicas virtudes y milagros, se aventajaron mucho, y con admi–
rabl~
modo predicai;i
y
testifican la omnipotencia divina y la
santidad y la magmtud de la Iglesia. El esplendidísimo tes–
tigo que tenemos de este poder divino, es el venerable sier–
vo de Dios l\Iartin de Porres, quien, asociado entre los terce–
ros sirvientes de la ínclita familia de Santo Domingo, des–
pues de una vida santísimamente oc-upada, é ilustrada con
el esplendor de todas las virtudes
y
admirables prodigios, nos
regocijamos de que ahora esté en la celestial Jerusalen ador–
nado con 'la triunfante corona de la inmortalidad. Sus padres
fueron el noble varon Juan de Porres
y
.¡\na Velasquez. Na–
ció el 5 de los Idus de Diciembre (que es el dia 9) año de la
Encarnacion del Señor 1578 (•) eu Lima, ciudad de la Améri–
ca Meridional, y fué dado
á
la luz de, la gracia en la misma
fuente bautismal donde seis años despues fué lavada la admi•
rabie y muy amada de Dios virgen limeña Rosa. Despues de
su bautismo,
y
desde su misma infancia, empezó
á
dar pruebas
ilustres de su hÚmildad, mansedumbre, modestia, ph,dad
y
natural inclinacion al socorro de los pobres. Llegando
á
la
adolescencia, estudió el arte de la cirugía, el que ejercitó gra–
ciosamente con los pobres. Aborreciendo todas las diversio–
nes, todo su deleite era adorar á Dios, encomendarse á la San–
tísima Virgen con admirable ternura, instar en la oracioo, vi–
sitar los templos, acercarse frecuentemente al sacramento de
la penitencia, alimentarse con el celestia.1 pan de la EHcaris–
tía, dar todo auxilio
á
los necesitados,
y
dpmar su cuerpo con
cuotidianos ayunos. Llegando
á
los quince años de su edad,
ardiendo siempre en mayores deseos de entregarse todo
á
Dios
y
de tomar aquel estado en que, apartado de los ntrac–
tivos
y
peligros del mundo, pudiese buscar solo
á
Dios
y
de–
dicarse
á
su senicio, olvidando su casa, padres y familia, se
acogió
á
la religiosa comunidad de Santo Domingo, y fué agre–
gado á los terceros sirvientes, como lo pidió con esforzados
ruegos. Adornado con la gala de todas las virtudes, pasó el
noviciado con admiracion de todos. Maravilloso en verdad
fué el cuidado que puso en cultivar
y
abrazar mas
y
mas to-
(') Sin duda por yerro del que imprimió en Roma la Bula, so puso el
año 1578 por 1579,cn que nació el beato Marlin de Porres, segun consta
de la parlida de bautismo
y
del sumario. No pudo ignorar esto el padre
maestro Zca, pero, sin embargo, tradujo liLeralmenle lo que
le~6
en el
origjnal.