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la verdatler.a/
sabidur.ía·fes .hija),•
1que na!'.!e
de
la humildaq,
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d~
d.elSabio
(11),
1dis–
turríd
quan profund.a.serfaa.a
1
b~niildad
de
Ta·
más, piendo tan
el~vaPfl:.51¡1
samdt.J.ría, "Yo b.ien
podría, A, O. M., si
el
üemp0¡.m~
1o permitie–
se
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hacer.o.s-un prolúw
·Pam~gí¡¡jcG
de la abis·
máda,
htí.rpilya9<d~
l'o1nás; pero 'me contentaré
.c:o11 deékrbs, que' l.ejps, tle engrdrse Tomás col1
aquella
ci~nc}a,
,que regula
rmente hincha ·, se–
gun
el
Apostql (
2),
se tenía
p.orel mas rninimo
e
igno'r<mte
tj~.¡odos,
procurando oc4ltar con el
mayor
tesón ~el ~uperior
_talento
y
sublímes lu–
ces de que el Señor le había dotado. El pasa
muchos años en la sabia escuela de Alberto
Magno con el feo borrón de idíota
y
buey mu–
do ; él se escusa humilde leer una licíon en el
Córo, porque dice, que no ha tenido tiempo pa·
ra mirarsela antes; él resiste modesto recíbir
el grado
y
borla de Doctór en la Sorbóna de
Pa,r·.ís, hasta que la obediencia, hija de la hu–
mildad como él
mi~mo
enseña
(S),
le insta
y
obliga ;
él
reúsa agradecld0 el Arzóbispado de
'.
N~ ·
__
__.__,
______________
,
_
__,__
(1 )
Eccles. c.
1.
v. v. ro.
14.,
et c.
11.
v.
1.
(2)
1.
ad Corinth. c.
8.
v.
L
(3) D. Thom.
2~
2<;
qua:st.
161.
art. 4.