PROLOGO AL
LECTOR,.
El que aprendiese las reglas de la
sabiduría sin oonformar
á
ellas su
vida, se pareceria al labradol' que
cultivase sus campos si.n sembrarlo ',
La instruccion no da preciosos frutos si. deja de estar seCllU–
dada por la virtud, De la virtud se diría
COI;t
razon lo que de la
sabiduría: "hay en ella un espíritu de inteligencia,.. . . que toJo
lo vé y que
á
todas partes alcanza'
(Lib1-0 de la Sabid-twía
c.
7.)
Es fina su peuetracion
á
causa de. su pureza,.
En la edad crítica en que ni se tiene prevision de lo futuro ,
experieucia de lo pasado, ni moderacion pa,ra cOJ)ducirse en lo
presente, la virtud debe diri gir las acciones del hombre) como
la estrella del Norte guia al marinero. Sin la virtud es imposi –
ble aICa¡1Zar la ciencia, pues las pasiones desordenadas turban el
corazon
e
imposi oilitan al entendimiento para fijarse en objeto,
diferentes de los que
á
ellas halagan. "El hombre, dice K¡mt
(Príncipes
'nwtaphisiq~¿es
ele la morale)
está obligado
it
culti var
de tal modo su voluntad que llegue
á
convertir e en amor puro.
d la virtud: lo cual se
verific~L
cuaJ)do la ley del deber e:s el
móvil de las acciones, de suerte que estas se ajusten
á
ella ea·
halmente."
La mision del filósofo es en nuestro di ctámen el amnr la
virtud, im'e tigar la verdad
y
r cfiexiona1' sobre lo quo lo.' de–
mas hombres se contentan cou
sent.ir.
La filosofía comienza en el mtlmento que el bombre
pru0
ba
á
darse cuenta de sus ideas. "Luego que el hombro, dice-