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este arte no ha llegado aún á la cú pide de su apo–
geo,
y
quizá no termine el siglo
XIX
sin
que
sal~a
á luz algún descubrimiento portentoso que pro–
duzca una revolución radical, no solamente en la
Imprenta sino en toJas las demá
artes gráficas.
Y
ase habla con mucha insistencia del asombroso
invento de una nueva máquma para
imprimi~
por
medio de
la
electricidad, que suprimirá del t do
la composición tipográfica, obteniéndo e una ex·
traordinaria rapidez en el trabajo,
y,
sobre todo,
que requiere poco capital
y
mano de obra: con es·
te invc
to,
egún
se
afirma, desaparecerán com–
pletam nte los caracteres
y
por con ig-uiente ya no
habrá necesidad de ocupar un numeroso personal
de cajistas. Según parece, el modelo de la referida
máquiun ha
ido conclutdo, ,
e
dice que los en·
sa o ..
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elltt. han dado resul dos ati factorios .
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