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EL
HOMBRE
civas, para apoyar por algun
exeln'"
plo extraordinario la creencia de su
d
'
,
po er en 111ayores cosas:
y
ya se ve
quan horribles,
y
dignas de
castig~
/
sean estas.
Esto es en suma lo que por
prin~
cipios hUlnanos pOdelTIOS alcanzar;
y
si en las Letras Sagradas,
ó
His–
toria de nuestra Santa Religion se
halláre tal,
ó
qual exell1plo de cosa
sobrenatural, que se pueda atribuÍt
'a
Arte Magico;
ó
encantacion, es
tan raro, que no puede oponerse
á
esta regla general.
A
mas de que de–
biendo atribuirle ll1eralnente
'á
la
'Providencia Divina, que
10
penni–
tirÍa por sus juicios inescrutables en
tal,
ó
tal ocasion, deberélnos solo
creerle en ella por la
:ré,
permane–
ciendo en el juicio hUlnano,
y
pru..;.
dente, que en
10
general dexalnos
hecho de la falsedad qUÍlnerica
de
las Artes,
y
enc~ntaciones Magicas.~
DIS-