DE SAN AGUSTIN.
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do participante de nuestra mortalidad
para hacernos participantes de su di–
vinidad : nosotros para
vivir
somos
participantes de uno,
y
él para morir
es
participante de muchos. A este
pues
se convierten los que temen á
Dios,
y
los que conocen los tes timo..
nios de Dios, mucho tiempo antes de
ahora anunciados de él por los
Pro–
fetas,
y
poco tiempo antes declarados
por los milagros con su presencia.
,
.
.
HAGASE
,
dice,
MI CORA-
Z ON
INMACULADO CON
VUESTRAS
JUSTIFICACIO–
NES
p
AR~1
QUE
ro
NO
SEA
CONFUNDIDO.
Vuelve
ahora
á
la
voz de su cuerpo , esto es de su pue–
blo,
y
pide que se haga inmaculado