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de estas verdades que parece reser-
vó Jesu-Christo al Espiritu Santo;
contentemonos con admirar la be–
nignidad con que nos dispensó tan
saludable dotl:rina , y no andemos
en contemplaciones con nosotros
mismos, pues Jesu-Christo nos ha
mirado con toda la contemplacion
que era necesaria.
DIA
ex
XIII.
El Espíritu Santo igual al
Hijo
en sus obras,
J'
en su origen.
Joann. xv1.
15.
T
Odas estas funciones del
Es–
piritu Santo lo hacen
igua~
al Hijo de Dios , á cuya obra
di
cumplimiento:
y
si la lleva á la ulti-–
rna perfeccion, si Jesu-Christo , por
decirlo asi , le atribuye toda
la
gloria de ella , es porque la gloria
del Espíritu Santo , es la del Hijo
de
Dios ;
como la gloria del
Hijo
de