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do
de
los
panes
,
que
multipliqué
en
el Desierto
,y
de que os hartasteis.
Trabajad
,
no por la vianda que pe–
rece
,
sino por la que no perece ja–
más, la qual el
Hijo
del Hombre os
áará; porque
á
éste
et
Padre Dios
aprobó con su sello
,
confirmando su
dofüina,
y
sumision con tantos mi–
lagros.
¡
Bien claramente
os
explicais,
Salvador mio! Vuestro animo es,
desprendernos de la vianda,
y
de la
vida presente,
y
cadúca , que
se
lle–
va nuestras atenciones,
y
por la que
trabajamos todo el año ;
y
traspa–
sár nuestra diligencia,
y
trabajo
á
la vianda ,
y
á
la vida , que no pe–
rece. Enseñadme , Salvador mio:
atrahedme de aquel modo admira–
ble , que hace que pasemos
á
V
os:
apartadme de todos aquellos cuida–
dos , que no se enderezan sino
á
vi–
vir para morir : hacedme gustar
de
aquella vida , en donde jamás se
muere.
,
¡Q.uéde milagros haceis
para
que