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dores : sean
nuestros ojos
fuentes
in~gotables
,
cuyo
manar perpetuo
acanale
nuestras mexillas,
como
dice el
Psalmista.
El
perdon de
lo~
pecados es
el
fruto de estas pre...
ciosas lagrin1as.
Ah!
mil veces
fe·
lices
los·
que
lloran sus
pecados,
porque ellos
seran
consolados.
i
Pero
que
.diremos
de los que
lloran
de
am9r ,
y
de
terneza~¡
Dichosos mil veces, dichosos! Su
corazon se
les
derri~e,
como
ha-
º
bla
la
Escritura ,
y
se les quiere
- derramar . _por los
ojos.
i
Qnien
me
dira
la
causa de
sus
Jagrünas~
Los mismos que
las
han experi..
mentado
no
pueden decir , ni ex–
plicar,
que
es lo
q~e
les mueve.
U
nas veces es
la
bondad
de
un .
Padre: otras veces la
condescen•
dencia
de
un
Rey :
ahora es la au-–
sencia de un esposo :
despues
es
la
obscuridad,
que
dexa
en
la
ale<'t
rna quando se ausenta :
lu~go
es
aquella
tierna voz
con que la
Ha...
ma
~sposa
:
y
por lo
comun
es
un
JlQ