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6i

dores : sean

nuestros ojos

fuentes

in~gotables

,

cuyo

manar perpetuo

acanale

nuestras mexillas,

como

dice el

Psalmista.

El

perdon de

lo~

pecados es

el

fruto de estas pre...

ciosas lagrin1as.

Ah!

mil veces

fe·

lices

los·

que

lloran sus

pecados,

porque ellos

seran

consolados.

i

Pero

que

.diremos

de los que

lloran

de

am9r ,

y

de

terneza~¡

Dichosos mil veces, dichosos! Su

corazon se

les

derri~e,

como

ha-

º

bla

la

Escritura ,

y

se les quiere

- derramar . _por los

ojos.

i

Qnien

me

dira

la

causa de

sus

Jagrünas~

Los mismos que

las

han experi..

mentado

no

pueden decir , ni ex–

plicar,

que

es lo

q~e

les mueve.

U

nas veces es

la

bondad

de

un .

Padre: otras veces la

condescen•

dencia

de

un

Rey :

ahora es la au-–

sencia de un esposo :

despues

es

la

obscuridad,

que

dexa

en

la

ale<'t

rna quando se ausenta :

lu~go

es

aquella

tierna voz

con que la

Ha...

ma

~sposa

:

y

por lo

comun

es

un

JlQ