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(84)

~ntes de vosotros. Vosotros , _

deéia

sus Apostoles,

sois la sal de la tierra.

Y

si la sal se desvanece ,

¿

~on qué se

la

salará

?

Para nada v ale

entonces ,

sino

para

ser

arrojada ,

y

pisada de los hom–

bre,.

Vosotros sois la luz del mundo.

Una

Ciudad colocada sobre

un

monte

no

se

puede esconder : ni se

enciende

la

candela para ponerse debajo

de

algun

celemin, sino sobre

un

candelero

p.u-a

que alumbre

á

todos los que estan

en

casa.

De

tal

suerte luzca vuestra luz

de–

lante de los hombres, que vean vues...

tras buenas obras,

y

glorifiquen

á

vues–

tro Padre que

está en

los Cielos.

No penseis que vine

á

desatar

fa

Ley,

ó

los Profetas :

no

vine

á

desatar~

fa,

sino

á

cumplirla. Porque en verdad~–

en

verdad os digo, que antes pereceran

el cielo,

y

la tierra , que perezca

una

jota,

ó

un

apice

de la

Ley,

sin que

se

cumplan todas las cosas. Así pues,

el

· que

viol are uno

de

estos

mandamien–

. tos mas

pequeños -,

y

I

enseñare

lo mis...

mo

a

los hombres, será llamado

el

mas

pequeño en el

Rey.no

de los Cielos,

que

f$