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deber imperioso de devolver á V. E. la cartera del Ministerio de Relaciones

Exteriores, con que V. E . se dignó honrarme

el

1º de Octubre de 1870.

>

Ni como simple particular, ni como hombre público, jamás he aceptado,

posiciones en que mi dignidad personal ó la de la autoridad que representaba

no se conservasen depuradas de toda mancha que pudiera rebajarla en consi·

deraciones y respetos.

• Mientras las rivalidades

y

los intereses de las desenfrenadas y mezquinas

ambiciones personales á que está entregada la suerte de nuestro país, limita–

ron sus ataques á mi persona pública, supe resignarme y soportar

con

tran–

quilidad, las

calumnias,

las injurias y hasta· los peligros personales á que mi

oficial posícion me exponía.

• Pera' con la

intimidacion revolucionaria que

tan cobarde se mostró ante

la digna y enérgica actitud asumida por V. E. para resistir mi destitucion y

defender la poltrona presidencial hasta el último día en que la

ley la confió

á V. E. y de que se tuvo el pensamiento de arrojarle, se

pretende hoy ar·

rancarme la destilucion del Sr. Dr. D. Andrés Lamas, é imponerme su reem·

plazo por el Dr. D. José Pedro Ramirez, instigador y alma de aquella revolu–

cion criminal encabezada por el Jefe Político de la capital; y eso, quiera V. E.

permitirme decirlo, no quiero, no puedo consentirlos, por mucho que respete

las resoluciones de V. E. y mucho que sea mi deseo de acompañarle en todos

los actos de su administracion, asociando mi responsabilidad

á

la de V. E.

>

Entiendo que, hacerlo, me dej aria descon siderado

ante mi

propia con–

ciencia y aun ante V . E . mismo, y completamente quebrado

e~

la

fuerza

moral de que tant•> necesita el hombre público para cumplir cm::

fidelidad

los graves deberes de su posicion.

• Sabe V . E. que en

presencia de

los últimos incidentes ocurridos en la

mision confidencial confiada al Dr. L amas,

convine con V. E. en que era

una cruel é inexorable necesidad, renunciar al valio&o ccncurso de sus talentos

y 'de su espe riencia, para llegar al resultado final de los trabajos pacificadores

de que estaba encargado.

»

No es, pues, la violencia que ese acto me habria costado, y á que estaba

resignado, lo que hoy me induce á ne ,arme

á

la refrendacion de los decretos

de V. E., referentes á los señores Lamas y Ramirez, sino la ímposicion revo–

lucionaria bajo la amenaza de

la fuerza,

con que esas resoluciones me

son

exigidas.

>

Jamás me impuso la fuerza material y menos, en el ejerc1c10 de la auto·

ridad pública, cuando ella me ha sido confiada. Nunca hice en ella sino lo

que creía que debía y pudia, sirviendo á los intereses públicos.

Toda mi vida pública responde de esta verdad.

>

Consecuente, pues,

con

esa regla que siempre observé invariablemente,

vengo á rogar á V. E . quiera admitirme la formal é irrevocable renuncia que

hago del Ministerio que hasta hoy he desempeñado,

agradeciendo

á

V.

E.

con verdad y sinceridad, las distinguidas pruebas de confianza y consideracio-