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·' El enemigo, para proteger sus buques que permanecieron inmóviles reci–

biendo en silencio

el

fuego del

Montevideo

y de las dos lanchas

de la Capi–

tanía, hizo algunos disparos de cañon desde el Cerro y estableció sobre varios

puntos de la costa baterias volantes, que colocaban bajo sus

fuegos á su

es–

cuadra

poniéndola á cubierto de un abordaje.

" Mas tarde se dijo quP el enemigo,

aprovechando la necesidad en que se

vió el

Montevideo

de venir á tomar carbon, babia mandado á la Isla de la Li–

bertad, que se hallaba desamparada, una guaroicion de infantería con una ó

dos piezas de artillería.

" En consecuencia se resolvió mandar de aquí una espedicion á apoderarse

de la isla.

Esa espedicion que la componían las fuerzas del

de Cazadores,

del batallon Pasivo, del

de Guardias Nacionales, del Union y de Va!"ios

voluntarios y de dos piezas de artillería con su dotacion correspondiente,

salió en el

Montevideo

y varias lanchas.

" A la hora que escribimos no sabemos nada de su resultado.

" Tal vez no falte quien pregunte, pensando en

las vidas que necesaria–

mente tiene que costar esa empresa,

sino valia mas, puesto que se considera

importante y necesaria la posesion de la Isla, sino valia mas decimos, haberla

guarnecido cuando se hallaba sola y bajo nuestro dominio, que esperar á ha–

cerlo cuando se baya ocupado por fuerzas enemigas y bajo su dominio.

" E sta es tambien nuestra opinion, sin que esto sea hacer una apreciacion

militar.

" Pero probablemente no se previó el caso, ó si se previó no se le ocurrió

á quien correspondia los

medio~

de evitarlo, y esto sea dicho tambien sin

atacar ninguna autoridad consti tuida .

" Entre tanto,

la

curiosidad da! pueblo, que en todo encuentra diversion,

cuando está ocioso sobre

todo, es mantenida por los incesantes disparos de

cai'!on de las baterías enemigas.

" Sino estuviese prohibido el hacer apreciaciones militares bajo pena de ir

á la Habana, ó de ser pasados por las armas, algo diríamos sobre la falta de

organizacion y de direccion, que en todas esas operaciones se ha notado.

" Como

siempre

todo se ha hecho por el esfuerzo

espontáneo é indivi–

dual.

" Apesar de hallarse presentes el Ministro de la Guerra y el Capitan del

puerto, los verdaderos jefes, los que ordenaban y disponían y hadan, eran el

sei'!or D. Mateo Martinez y el Mayor E lis.

" De los <lemas nadie se acordaba y para nada sonaban.

" De esta falta de direccion

superior autorizada y acertada

resultaba con–

ft~sion,

pérdida de tiempo, y redoblamiento de trabajo.

" Entre otros incidentes hubo uno que pone de manifiesto el conocimiento

que tienen los empleados

superiores de

la Capitanía de lo que tienen entre

manos.

" El vapor

lVIontevz'deo

mandó pedir carbon. Y se ordenó que se

le lle–

y¡¡ra...• seis bolsas; es decir, menos de

lo que se gasta en esta

imprenta