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En cuanto a los juguetes infantiles hay aún mayor escasez ·de
datos. Podemos suponer que los niños pequeños se entretenían;
como lo hacen los niños pobres · en la actualidad, con cualquier
despojo o desperdicio que llegaba a sus manos, o bien con muñecas
de trapo o de madera. Pero hasta ahora no conocemos ninguna
Tepresentación de este género, pues insistimos en creer que las
m uñecas que se han encontrado en las tumbas eran objetos de ·bru–
j ería. Tal vez las representaciones diminutas de cerámica, entre
las que se ven animales y recipientes muy pequeños pudiesen servir
de entretenimiento a los niños, pero son todavía meras suposiciones.
Tal vez esta escasez de juguetes debemos atribuírla a que los
niños de las civilizaciones primitivas, a semejanza de los deshere–
~ados
de hoy, tenían mucho menor tiempo de esparcimiento que
los niños de las familias acomodadas de nuestros días. Desde muy
tierna edad empezaban a trabajar y la prueba la tenemos en las
descripciones gráficas de Guaman Poma, en las que vemos que niños
de nueve y doce años tenían ya ocupaciones dentro de la co–
munidad.
Es también muy posible que los niños, desde pequeños, tra–
tasen de imitar en
el
juego los actos que veían practicar a sus
padres. Hoy, entre los salvajes sudamericanos, ocurre esto último
y aún entre nuestros niños civilizados vemos a las niñas jugar a la
cocina a imitación de sus madres. El marqués de Wavrin, en
su
monografía sobre las costumbres de los indios salvajes de la Amé•
rica del Sur nos dice estas frases que bien podTían aplicarse
a
las
costumbres de los antiguos: ..En general los juegos de los niños sort
más bien rudimentarios. Normalmente y por juego, desde muy
pequeños aprenden a imitar a sus padres. Por eso se ve a los
muchachitos manejar las armas y jugar con los animales. Aun
he
podido ver entre los motilones que el padTe enseñaba a su hijo
pequeño y que aún no caminaba, el manejo de un arco minúsculo.,
(78).
HUARUAUCHU KIASITHA
Se llamaba así a
jug~r
a las muñecas. Bertonio nos dice
únicamente que se les llamaba a éstas
.tluahuachuqui
y que eran de
trapo o de lodo ( 79) . . En nuestra imaginación podemos repre–
sentarnos a las niñas usándolas como en la actualidad, per o nada
nos a utor iza a d arlo r>or h ech o. La cerámica es muda a este res–
pecto y ningún cronisté¡t es m á s ex plícito. El j uego de las muñ ecas
b ien pudo haber sido introducido por los españ oles. E l marqués
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