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esta santa efigie, de la cual se cuentan mi- .

lagros.

. Por lo demás, cada uno de los pueblos·

y cada una de las comunidades indígenas

tienen su santo patrono, cuya festividad ce–

lebran con grandes solemnidades mezclan–

do casi siempre éstas con el agitado movi–

miento de las ferias rurales.

La imagen del Sagrado Corazón de

J

e–

sús, que se venera en Charaña, tiene su tra–

dición. Se dice, que cierta vez, fué qeteni–

do por sospecha de contrabando un pesado

cajón en la aduana del lugar. Como nadie

lo reclamara, resolvieron abrirlo, quedan–

do .asombrados, ante una imagen del Señor,

a la cual le erigieron inmediatamente un

temple;>.

Como es natural, casi todas las iglesias

de la provincia, dada su antigüedad, po–

seen obras admirables del arte colonial.

Así, _Ulloma tiene un púlpito

tallfl.dO

, ver–

daderamente maravilloso. El templo dé Ca–

quiaviri, que ya es por sí solo un bello e

imponeqte monumento, en su interior po–

see· joyas artísticas de inapreciable v.a:lor:

unas andas que,

pos~blemente,

'pertenecie–

ron a una alta autoridad eclesiástica de

esa época; el púlpito, es un primor de ta–

llado. dorado; vestuarios coloniales, que

constituyen auténticos tesoros; como cua–

dros un "San

J

eróniiQ.o", que se atribuye

al Renacimiento, un retrato de La Perri–

choli,-· la pecadora cónvertida, y otros; sin

.contar incensarios, c!lmpanas, candelabros,

etcétera. En la naye central, el altar es repu–

jado en plata

y

a. sus

~ostados

existen dos

hermosos .espejos, obsequio del patriota

Don

Mel~hor .

León . dé lá Barra. Las pare–

des de la iglesia están cubiertas de enormes

lienzos, que representan el Infierno,.la Cor-

:

te Celestial, el Anticristo

v

otros. El secreto

,dé

la b.uena conservaciónJ de tantos tesoros

s.e debe·al

c~lo

de los indios. Semanalmente,

hacen turnos en la Iglesia y . tienen conve–

nido dejar puntadas de

caiio

en la alfom–

bra: como

señ~l

de· su paso

y

de su atenta

vigilancia. Con el tiempo, dicha prenda

toma las formas de un tejido extraño. En

suma, todo en el templo de Caquiaviri,

revela riqueza

y

belleza, lo que hace supo–

ner que esta población tuvo excepcional

importancia durante el Coloniaje.

COSTUMBRES Y FIESTAS LOCALES; PLATOS

Y BEBIDAS TíPICAS

Durante las celebraciones religiosas, se

come

y

se bebe abundantemente. Y es oca–

sión propia para los platos favoritos en ca–

da lugar. Por ejemplo, en Achiri

y

Santia~

go de Machaca, el asado de cordero con

papas

phiñu

y

su buena porción de

iallpa–

wayca,

con cerveza llevada desde La Paz,

constituye el plato favorito. En Calacoto,

es tradicional la tomatada de

suche.

En

Corocoro, el asado de cordero, con

tunta

y

OCB¡S.

Costumbrc=:s más o menos iguales

existen en Callapa, Caquiaviti, Charaña .y

Ulloma. También se sirven sopas de quinua

real. Las

bebi~as

más empleadas, son la

cervei~.

paceña

y

·el vermouth chileno.

EL PAISAJE RELACIONADO CON EL ESPíRITU

DE LOS HABITANTES

Como en casi todo el Altiplano, aquí se

realiza el fenómeno de la

sup~ración

espi–

ritual del hombre, pese a las dificü1tades

naturales. 'La reacción del espíritu frente

al "Paisaje dese;>lado. Se opera, por así de–

c_irlci, una introversión de la psiquis, que

hace sentjr más profundo y más hondo, d

sentido de la propia conducta y el del des–

tino. El hoinbre de Pacajes, como el de to–

do el Altiplano, modelado por los podd·es

. telúricos

poe.ee

una psicología inconfundi–

ble. Detrás de su gran silencio se agitan

t~mpestades.

Para hacer producir a la tie–

rra, necesita arañada más profundamente.

Y como ésta es parca en sus bienes, él re–

quiere de gran carácter _para fecundarla.

El indio es el dueño y el habitante irreem–

plazable de la Puna.

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