·hasta la provincia de Sicasica, y algunos
grupos, parece que por Yaco y Caxata, has–
ta la región de Araca e lnquisivi, según los
vestigios y denominaciones aymaras que allí
se encuentran. Vivían los Kollas en forta–
lezas de defensa, las cuales hoy todavía
existen en determinados sitios de la pro-
Vista desde el peñón de la hacienda "Peña
Colorada". Al fondo, el río de Luribay.
vincia Loayza, como se verá más adelante.
Pero, más propiamente, fueron los españo–
les los que descubrieron e incorporaron a
sus dominios los risueños valles de Sapa–
haqui, Caracato, Luribay y Araca.
LA PROVINOA DURANTE LA VIDA COLONIAL
El virrey Toledo, c;eiza de Vaca, y otros
cruzaron el altiplano dictando sus famosas
Ordenanzas a las que debían sujetarse los
indíg~nas
del lugar. No siendo aún muy
Una preciosa vista de la hacienda "Catavi". La casa
de res·idencia, rodeada de sus viñedos.
conocidos los valles de Sapahaqui, Caraca-"
to y Luribay, los colonizadores tomaron po–
sesión de sus tierras y establecieron allí
varias misiones de los padres jesuítas, cu–
yas obras se conservan casi intactas. Las
principales estaban en Macamaca, del va–
lle de Caracato; Anquioma, Cuti y Bam–
baru, en Luribay. Estas misiones dejaron
huellas indelebles de su magnífica obra
civilizadora; ahí están los templos de Cutí,
Luribay, Caracato, Sá.pahaqui y el de Si–
casica. Estos valles proporcionaban toda
clase de frutos, cereales, maíz, legumbres,
hortalizas a los mercados de Oruro y La
Paz y a los minerales de Corocoro, Araca
y otros centros que, durante la Colonia, te–
nían un importante intercambio comercial.
Los conquistadores españoles, atraídos
por los ¡ricos minerales de la provincia,
establecieron misiones religiosas y centros
de avanzada para explotar las minas de
Araca, Sicasica y otras. La plata explotada
en las minas de Sicasica se trasladaba en
llamas hasta Luribay, donde era beneficia–
da en la hacienda Achocara, obteniéndose la
famosa plata en piña.
La obra civilizadora de los conquistado–
res españoles, no sólo en la provincia Loay–
za, sino en todo el Alto Perú, ha sido gran–
diosa. En los valles de la provincia Loayza,
enseñaron a los indígenas nuevas formas
del cultivo de las tierras, los establecieron
allí como peones, introdujeron por primera
vez el culttivo de árboles frutales, que no
· conocían los indios, especialmente de .vid
importadas de España; instalaron bodegas
para la .elaboración de vinos y licores. Aun
se conservan en varias haciendas prensas
de pura madera, toneles, lagares y depósitos
de fermentación recubiertos con un mate–
rial impermeable y fuerte como el cemento.
El cultivo de la vid se propagó enti·e los
nativos; por primera vez, los peones indios
conocieron la cava de las viñas, el abono
con materias orgánicas, la poda anual de
las plantas, el
desñ~te,
despique, azufreo
y curaciones con preparados a base de sul-
150