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enterrábase a los cadáveres. Allí mismo, en

el lugar donde cayó el general Gamarra, se

depositaron sus restos, y sirvieron de base

para la columna conmemorativa del triun–

fo de la independencia boliviana. Después

los vencedores marcharon a La Paz, adon–

de habían llegado ya los partes de la vic–

toria.

Por decreto de

24

de noviembre de

1841,

Ballivián, ya presidente provisorio dispuso,

como anunciara en su proclama a los sol–

dados, la "erección de una pirámide cua–

drangular en el campo de Ingavi, con una

altura de 43 pies; debiendo en el frente

del pedestal que mira al campo de batalla

llevar la siguiente leyenda: "Aquí seis mil

peruanos fueron vencidos por tres mil ocho–

cientos bolivianos"; y en el que mira al pue–

blo de Viacha, esta otra: "Las cenizas de un

invasor forman la base de este monumen–

to". Debía contener, a'demás, la nómina de

los jefes y oficiales que concurrieron a esa

.acción de armas, así como el nombre de los

cue1:pos combatientes y los de la plana ma–

yor. De doscientas medallas de plata

mandadas hacer para los destacados com–

batientes 25 se distribuyeron en Pacajes,

Larecaja, Sicasica y Cercado. Pronto estuvo

terminada

l~

pirámide. Mas, como había ya

un tratado de paz, por decreto de junio 25

de

1842,

se hizo borrar las leyendas repu–

tadas ofensivas al honor nacional del Perú

y disponíase que si ese país reclamaba los

restos del general Gamarra, debía entregár–

selos con honores.

Belzu, durante su-presidencia hizo firmar

un acta en Viacha, en que se leen las si–

guientes palabras dictadas por el odio a

Ballivián: "Que la columna de Ingavi es

un monumento azaroso y funesto que pre–

senta recuerdos nada gratos de una guerra

fratricida, y además trae consigo exaltacio–

nes odiosas que es preciso evitar a fin de

conservar la paz de las repúblicas herma–

nas, acordaron igualmente su demolición".

Sin pérdida de tiempo, derribó la columna.

Años más tarde, para combatir la tira–

nía del sexenio, en La Paz se formó un

ejército encabezado por el general Casto

Arguedas. Incendiando pueblos, asaltán–

dolos, regresaba Melgarejo, después de ha–

ber arrasado Potosí. El

24

de enero de

1866,

en los haldeos de

Letanías,

venció a

los constitucionales.

Sin entrar en una prolija información,

toquemos otros sucesos. El doctor Casimiro

Canteras de piedra caliza en Vilaque.

Corral y el general Quintín Quevedo,

mo–

ralista

el uno y

melgarejista

el otro, se unie–

ron. El general, encabezando una rebelión

y con 1.200 hombres fué atacado y derro–

tado en Chacoma por las fuerzas leales a

Frías, estando presente en las acciones el

mismo mandatario. Y el 20 de marzo de

1875,

los corralistas atacaron el palacio de

gobierno en La Paz, donde se encontraban

los ministros Mariano Baptista, Belisario

Salinas y Manuel Otton

J

offré. El comisa–

rio de la · policía Hermenejildo Arancibia

llevó a Viacha el parte de la lucha. Los re–

fuerzos enviados llegaron oportunamente

para salvar a los sitiados, una vez que el

edificio estaba cubierto por las llamas.

Durante la guerra injusta, se anunciaba

una batalla decisiva. Los cuerpos militares

"Bustillos de Potosí", "2

9

de Oruto" y

"Murillo de La Paz", integrantes de la

Quinta División, que debía movilizarse, por

Chililaya al frente de operaciones, acanto–

nábanse en Viacha y Tiahuanacu. Después

de la retirada de Camarones, el Consejo de

Ministros de La Paz se había dispersado,

y en Oruro se proclama a Narciso Campe-

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