enfermedad sino, más exactamente, la dis–
minución de la presión parcial del oxígeno
atmosférico.
En la costa la presión barométrica es de
760 mm. de mercurio, y como el 21
%
de
los gases del aire corresponde al oxígeno,
su presión parcial será de 159 mm. de
mercurio. De acuerdo a las leyes de difu-
descienda al indicado límite. Por donde
se ve que la tensión de 103 mm. de mer–
curio que tiene el oxígeno en La Paz, está
muy por encima del señalado límite.
De lo dicho anteriormente se deduce que
resulta un error pensar, como se piensa en
muchas partes, que en La Paz debe produ–
cirse el mal de montaña nada más que por-
COMPOSICIÓN DE LA SANGRE
AL NIVEL DEL MAR
6.500
glóbulos blancos.
4.500.000
glóbulos rojos.
swn de los gases, el aire atmosférico tiene
la misma composición en todas partes. Por
consiguiente, en La Paz, donde la presión
atmosférica es de 493 mm. de mercurio, el
oxígeno se encuentra también en la pro–
porción del 21
ro
y le corresponde una
presión parcial de 103 mm. de mercurio,
es decir, que en La Paz el oxígeno atmos–
férico tiene una presión que representa el
65
ro
de la que posee al nivel del mar.
Las experiencias hechas por grandes fi–
siólogos les han permitido afirmar que para
que el oxígeno del aire se fije en la hemo–
globina sanguínea necesita tener por lo me–
nos una tensión de 20 mm. de mercurio, o
sea sólo un 12,5
ro
de la del oxígeno a
nivel de la costa, y que correspondería a
una presión barométrica de unos 100 mm.
de mercurio. Advierten, sin embargo, que
la experiencia demuestra que los trastor–
nos del mal de altura se presentan mucho
antes de que la presión parcial del oxígeno
75
A LA ALTURA DE LA PAZ
6.500
glóbulos blancos.
6.000.000
glóbulos rojo5.
que a la altura de 3.632 m. a que se en–
cuentra ya existe el mal en los Alpes euro–
peos, olvidando que estos últimos se hallan
ubicados hacia los 45° grados de latitud
Norte, mientras que nuestra ciudad lo está
a sólo 16° de latitud Sur, vale decir, unos
3.200 kilómetros más distante del Polo ...
Lo correcto sería, entonces, no señalar la
altura a que en las diferentes latitudes de
la Tierra se presentan los trastornos del
mal de montaña, sino más bien indicar a
qué presión barométrica, y acaso a qué
temperatura, tienen lugar en cada · punto
del planeta, puesto que creemos haber de–
mostrado que esta entidad morbosa no de–
pende sólo de la altura, ni sólo de la lati–
tud, sino de la presión barométrica.
De ahí, pues, que en La Paz, no hemos
observado casos de mal de montaña, con
toda la sintomatología propia y caracterís–
tica de la enfermedad. Todo lo que hemos
podido comprobar, y eso sólo en algunos