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cotes S.

J.,

sabio meteorólogo que dirige

el Observatorio de San Calixto, se sabe

que la temperatura media anual es de

9,5°

C.; la máxima media a la sombra,

17,8°

C.;

la mínima media

3,6°

C.; las temperatu–

ras extremas, en once años de observación,

han sido de

30,8°

C. como máxima, y de

-3,2°

C. como mínima. No puede pues de–

cirse que el frío de invierno sea excesivo,

a tal punto que la mayoría de las casas de

la ciudad carecen de calefacción porque no

la requieren, como en Europa, imprescin–

diblemente durante la estación fría. El es–

tado higrométrico medio anual es de

51

por

100.

Los datos que más interesan para el

objeto que nos proponemos son la altitud

y la latitud: La Paz se encuentra a

3.632

metros sobre el nivel del mar, y a unos

16°

de latitud Sur, es decir, en plena zona tó–

rrida. La presión barométrica media es de

493

mm. de mercurio. No está demás re–

cordar que la presión atmosférica no sólo

varía en función de la altura sino también

con la latitud.

Ahora bien, comparando las· condiciones

en que se desarrollan los seres vivientes,

animales y vegetales, en distintos puntos

del globo, nos hallamos ante dos hechos

fundamentales:

a)

entre dos puntos que se

encuentran a la misma latitud, las mani–

festaciones de la vida no son iguales, di–

fieren según la altura a que se hallen so–

bre el nivel del mar;

b)

haciendo la com–

paración entre dos puntos que estén a igual

altura sobre el nivel del mar, las condi-

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ciones para el desarrollo de los seres vi–

vientes tampoco son iguales, varían según

· la latitud en que estén ubicados. En conse–

cuencia, son estos dos fi:tctores, altura

y

la–

titud, y no solamente uno de ellos, los que

condicionan las circunstancias ambientales

o de terreno favorables o desfavorables

para la vida de los seres animados. Es bien

sabido que la vida vegetal se va haciendo

cada vez más pobre en cantidad y variedad

de especies, a medida que se avanza del

Ecuador hacia los Polos; otro tanto ocurre

con las especies animales. Del mismo mo–

do, hay un empobrecimiento de la vida ve–

getal y animal conforme se a·sciende en

altura.

Estos hechos nos explican el porqué de

ciertos fenómenos, como los siguientes: el

límite de los bosques en los Alpes europeos

está hacia los

2.000

metros de altura, ·

mientras que en los Andes peruanos y bo–

livianos este mismo límite se halla a los

4.000

metros sobre el mar; la altura a que

se inicia la zona de las nieves eternas en

los Alpes es alrededor de los

3.000

metros,

mientras que en los Andes y el Himalaya

las nieves perpetuas aparecen a mayor al–

tura, entre los

4.000

y

5.000

metros. Nos

explican, igualmente, la razón para que

el "mal de montaña" se presente a dife–

rente altura según las regiones del globo.

Se ha observado que lo hace en las proxi–

midades de la zona donde se inician las

nieves eternas. La ciudad de La Paz se en–

cuentra bastante por debajo de tal

zona~

pues que ella comienza cerca de los

5.000

metros.

Se sabe que son varias las causas que

concurren en la producción del "mal de

montaña", lo que aun no está bien estudia–

do; pero, la causa principal, la que no

puede faltar en ningún caso, es la dismi–

nución de la presión barométrica hasta un

límite incompatible con la salud. En reali–

dad, no es precisamente la deficiente pre–

sión total de los gases del aire, que eso es

la presión barométrica, la que origina la