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cución, pero sus mitos son eviden:temente análogos. Cuerpo de hombre
caheza de felino,
cofa
de serpiente encoñtramos a
'1a
vez en estos
ejemplos, ·en los vasos ·citados de Recuay y en fas figuras de la tinaja
de B1amey y del 1puco .Qe S
1
a.nta María.
En rigor de
1
verdad, nada tiene de extraño que siendo el tigre la
fiera más difundida y cruel del continente, actuara en forma de ob–
sesión sobre la sensii'bili:dad primitiva aterrorizada, hasta el punto de
estaibleeer:se ·entre las divinidades y ocupar un lugar esencial en las
imágenes de las obras <le arte. El indio de la región serrana
d~l
Ca–
llejón, el de los
Mo~hieais
y el <le la región Diaguita, venerarün lo
.que adoraban, por bueno; y 1o que temían, por malo. A ambas fuer–
zas •respetaron y ·sirv·ieron
y
a ambas dirijieron sus holocaustos in–
teresados. La esperanza como el ·espanto dilatan los ojos y mueven
la fantasía, al desequilibrar el juicio. De allí las fálbulas, la·s creen–
cias y supersticiones trasmitidas <le padres a hijos, trasportadas des–
pués a la cerámica y a los
e~eres
de uso diario. Con su afá,n realista
copiar.o
lo u viero . Bajo el ardor de la inquietud, ·maginaron esce–
nas .pintaron e culpi:eron -representaciones de los mitos, y evocaron
ilos !dioses-penates de la
t
ibu. Así es •como ·pululan esplén'd-iirlos ejem–
plares d
jaguares naturales, jaguares estilizados, jaguares-hombres,
jagua ·e - ioses, ja.guare -demünios, jaguar-'hombre-so'I,
jag.uar-mu–
joer-luna, y luego la unión de esos personajes pr-incipales entre sí, con
los atributos :de rayo·s, serpientes, frutos.
En
este nuevo ·análisis de las figuras diaguitas, ap()Y'ado en
1
pruebas gráficas
y
en los razonamientos expresados, ofre0emos antes
que afirmaciones, un ensayo de crítica y un ensayo de o·rientación.
Quisiéramos con ello ha
1
ber convencido ique el "dragón" de los dia–
gu.itas es un felino y, particularmente, un jaguar, dotado de atriibutos
mitológkos capaces de desfi.gurar a veces la base realista; y que su
unión con los demás personajes usiuales del folklore, no puede inter–
pretar·se como un testimonio de fé en lo monstruoso fantástico; debe
pteferenit·emente entenderse como la asociación de elementos natu–
rales di·vinizados, y la conjunción en una sol
1
a imagen de varias ado–
raciones o varios temores.