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LUCHA DE MÉTODOS
te a la unificación de las dispersas naciones en un todo concreto. Indi–
rectamente, pues, estos elementos nos dispondrían a aceptar que ya
estaba cumplida la revolución solar, por obra del clan de Inti. Por otra
parte la iconografía nos atestigua que el credo religioso del reformador,
relativamente pobre de creaciones simbólicas y alegóricas, tuvo que cose–
char en la liturgia preexistente los elementos necesarios para hacer acep–
table y, comprensible su contenido abstracto. El sacerdocio que
se
apresta
a celebrar el culto en Tiahuanaco ya tiene realizados los complicados
procesos que condujeron a esa especie de "catolicismo" . Nada, por fin,
confirma la desconfianza que ha inducido a Uhle a rechazar el testimonio
de
GARCILASO
y
ÜNDEGARDO,
según el cual a las construcciones de Tia–
huanaco bien se le conoció una fecha y un arquitecto, cuyo nombre es
Acahuana Inca (XXIII, libro VII, cap. 29 ) .
4.
º
La
superposición
buscada por Uhle, está mejor definida como
yuxtaposición.
De todos modos, más que de desarrollo sucesivo, se trata
por una parte de diferentes aportes culturales desde el exterior, y por la
otra de diferenciaciones locales, debidas a zonas geográficas de aisla–
miento. Siempre mayor campo debe abrirse e estos asuntos al punto de
vista etnográ ico.
5.
0
No será út" e cotejo de formas dentro de una zona angosta,
o limitada al continent . Necesitamos comp,render ;Norte y Centro Amé–
rica, cuyas asociac-10nes de elementos empiezan a ser definidas con clari–
dad, y, n;iás
t!:n·
el area del O éapo Pacífico, en que están representadas
la
mayor~
a de as industrias
art que constituyen el patrimonio ame–
ricano, a veces con tanta _fidelidad, que resulta imposible prescindir de
esa área para comprender el papel de ciertas realizaciones.
6.
0
Quien ha hablado de culturas sucesivas en el Tahuantisuyo,
entendiendo con esto mencionar los " estilos" regionales ha cometido una
inexactitud de lenguaje, pues los elementos culturales son objetivamente
los mismos en todas partes. Diferentes culturas, en cambio, presentan
las sucesivas capas de población que se han adueñado del territorio, pero
resulta harto difícil separar el contenido particular de cada una, por la
presencia de un gran número de caracteres comunes, mostrando esas di–
ferentes humanidades diferir más bien por el grado que por el número,
por la calidad que por la cantidad de sus bienes.
7.
0
En cuanto a los estilos, se diferencian uno de otro, indepen–
dientemente de las causas citadas, también por las influencias de particu–
lares industrias: así la decoración de Nazca de vivos colores sigue el mo–
delo ofrecido por las telas teñidas, los Chimú en cambio no pueden
prescindir casi de su estética de modeladores de arcilla,
y
los constructo-