La impresión que se recibe, no sóla ant-e
la contemplación de estos restos, sino del
pa–
norama que le rodea, es tan maravillosa que
puede considerarse como única en el mundo .
Sobre las faldas de los inontes circundan–
te s están los andenes de cultivo que susten.
taban a los guerreros establecidos en este
lu–
gar estratégico, que guarda el ingreso a la re–
gión de los valles montañosos de la Convcn-
.
,
ClOil.
El estilo de todos los muros es 1nuy dis–
tinto al de las construcciones del Cuzco.
De Ollantaita1nbo se puede ir a caballo ha-·
cia
Pisacc,
pasando por
U
rubamba
y
Calca,
con un recorrido de u os cuarenta kilómetro s.
· En
Pisacc
hay
ruinas de otro ca ácter.
En–
tre éstas, se de aca el ob erva 0rio o
intl–
huatana,
donde
uedan vestigios del espigón
que servia para señalar el curso del Sol y, se–
gún ésto,
f
ormul-ar el calendario y los cambios
de las estaciones. ·
Estos n1uros o
rest.osestán
f
armados por
piedras pulidas
y
de una disposición geomé–
trica.
Quedan, además, ruinas de viviendas,
portadas
y
escalinatas de gran valor artístico
y ·
arqueológico.
A
Machupicchu también
de
Ollantaytambu.
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se
va
partiendo '
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