,
otro signo simbólico. Sobre los antiguos ·ba–
I'rios incaicos están asentadas alguna., parro–
quias de la organización eclesiástica
aetual.
Las
calles eran rectas
y
cortas de
exten ...
ción-tenían sólo el largo de un edificio-;
angostas, por lo general, en la región del orien–
te, ·anchas, en la occidental.
Se
nombraban por
las fuentes; árboles, promontorios, piedras,
etc., signos que a la vez merecían una adora–
ción singular. Casi en cada calle había un ado–
ratorio,
enco.~endado
al
cuidado de una
fa–
n1ilia. Polo de Ondegardo nombra
h~sta
320
de ·éstos, diseminados dentro de la ciudad
y
en
sus alrededores. El signo que daba nombre
a
una calle servía tambié
~ra
la rient'8.ción:
hulchay
(
rri
a) ,
uray
(
aüaj o) ,
chlmpampl
(al .
frente),
huasalluarampl
(
las espaldas).
Pero no se ea que la capita de los In–
cas haya sido una ciud d totalmente urbaniza–
da; tenía también bastante aspecto rústico
o
rural por Jos cultivos que se realizaban en
ciertas regiones, cultivos de maizales sobre
ande~es
y
terrazas que a
la
vez servían de
de–
coraciones naturales. Además, los techos de to–
das
las casas estaban cubiertos de paja, tallos
de ár.boles
y
ramas arborescentes, que
acen–
tuaban ese aspecto campestre del Cuzco.
Había grandes
y
amplias plazas, siendo
·la
máxima,
Huacaypata o
plaza
de
Armas actual