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NA
nueya edición del Diccionario de la _Real
Academia Española de la Lengua constituye
siempre un acontecimiento literario de la mayor im–
portancia, bien lo sabemos, importancia que aparece
' extraordinariamente rea lzada en el caso de la XV, que
acaba de salir a la circulación, cuando se sabe que
contiene nueve mil voces castellanas nuevas, 1,586
provincialismos y, lo que resulta mucho más interesan–
te para los que habitan las que fueron colonias espa–
ñolas del Nuevo Mundo, 1,984 americanismos. Y por
lo que a lo chilenos toca, puedo agregar que el núme–
ro de voces de este país, que en la edición precedente
llegaba apenas a 155, en ésta alcanza a 1, 133, y quizás
a
1,150,
para hablar en números redondos, porque me
imagino que algunas se me habrán escapado de la
cuenta.
«Esperamos, expresa, la docta Corporación, en el
Prólogo, que esta atención consagrada a los america–
nismos sea una de las principales · ventajas que se
aprecien en este Diccionario respecto de los anteriores.
En él se han acogido ante todo las voces y acepciones
americanas que designan cosas peculiares de Amé–
rica: animales, plantas, costumbres, etc., y se ha
atendido asimismo a aquellas voces que, aunque ten–
gan su correspondiente en la Península, están difun–
didas por varios otros países del otro continente.
Para esta tarea, la Academia, falta de información
propia, hubo de atenerse casi
~ólo
a los vocabularios
de americanismos que andan impresos; al seguirlps,
sin duda habrá cometido errores, mas espera que las
Academias Correspondientes que a llá están consti-