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R. CÚNEO - VIDAL
rezos que sólo servían para ello; y andaban en procesión, cubi
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tas las cabezas con sus mantas
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muy despacio, tocando sus tam–
bores, sin hablar uno con otro.
"Duraba esto un día y una noche y al siguiente día comían
y
bebían y bailaban dos días con sus noches, diciendo que su ora–
ción había sido aceptada."
En otra parte de su mencionada Relación (capítulo VIII),
escribe:
"El último mes (del año incaico) se llamaba
ayarnarca.
"En este mes, que responde a nuestro noviembre, se apare–
jaba lo necesario para los muchachos que habían de ser
orejones
el mes siguiente; y los muchachos con los viejos hacían cierto alar–
de dando algunas vueltas.
"Y esta fiesta se llamaba
Ituraimi,
la cual se hacía de ordi–
nario cuando llovía poco o había pestilencia."
Según esto, el
it'l..t
fué una suerte de
danza propiciatoria,
en ·
que interveníal!l an ianos y jóvenes, durante cierto mes del año
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incaico y en determinados lugares, al cabo de cierto plazo de abs-
tinencia; danzas durante uno de cuyos pases se designaba a los
muchachos, a _gu se horadarían las orejas al siguiente mes para
convertirlos en
orejones,
si pertenecientes a la casta mayorazga
o hidalga.
Chitcu-Itu
o Chucuito como hoy decimos, tuvo de consiguien–
te el valor de trecho o paraje de la orilla del lago de Titicaca
donde los Chucus de la confederación paucarcolla acostumbraban
celebrar las ceremonias y fiestas religiosas del
itu,
recordadas por
Ondegardo.
Se relacionan con "chucu" los siguientes nombres de la geo–
grafía incaica: Chucuito, Chucumata, Chuquicamata, Chuquiabo,
Pelenchuco, 'Huamachuco, Conchucos, etc.
Y con
"itu",
los siguientes:
Ite,
al pie del morro de Sama, sitio donde los indios del valle
de Sama y del cacicazgo de Tarata, dependencias que fueron del
cacicazgo menor de Pomata, comprensión este último del gran ca-