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tas, y lo yue dijo en la pág. 226 del Vol.

I

Nº 2 del Bol. de la Acad. Nl. de Hh;t. de

Qnito, lo caracteriza

y

lo pinta en sns verda–

deras proporciones, alineándolo entre aqne–

llas clases de an1ericanistas, a los que

inás

arriba

no~

hen1os referido. TextualnJente di–

ce:

~~y

tatnbién hay esa estrella nueva en el

firn1an1ento a1nericanista, el Prof. Leo Wie–

ner de Harvard quien acaba de escribir un

libro llan1ado "Africa and the Discovery of

An1érica". Me estre1nezco al

pen~ar

en este

libro. Los conceptos de Wiener están tan

opuestos a

la~

ideas tenidas por

nosotros los

americanistas de pura sangre,

son tan revol n·

cionarios, tan intranquilizautes,

que

1ne

lle –

nan de recelo.''

De5graciadarnente en el A1nericanisrno

con10 en ninguna ciencia, han medrado

y

rna–

durado ciertas autoridades a las cuales cuan–

do se examina sus obras de

inás

cerca, resul–

tan ser de valor insignificante. Son cabal–

mente estos los que atacan a todo el muudo

de la manera más injusta y más infame. Los

únicos contra los que no esgrimen sus armas.

y

a quienes dejan en paz

y

tranquilidad, o

por ellos son bien recibidos, son aquellos que

componen sus escritos con citas ajenas

y

que

llenan de alabanzas a los que se creen los

faros y columnas del a1nericanismo.

El verdadero sabio, al fin de su jornada,

sabe

y

reconoce "'lo poco que sabe" y dentro

1

I

'