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obj etos
y
esqueletos de
col las-pescadores
que
v1v1eron
en Arica aún después de la con–
quista.
Existe la tendencia entre los a1nericanh1-
tas, de bu scar los orígenes lo
n1ás
lejos posi–
ble
y
de
la n1anera
tnás
extravagante.
En
lo que toca a las edades culturales, sien1pre
hay dos
grupos;
los unos ven todo
n1uy
re–
ciente
y
loE~
otros, n1iran todo en un lejano y
profundo
abisn10.
Las
teorías
de los prin1e–
ros caea
po r
su
propio
peso;
inientras que
las
de los otros no tienen ni la
inás
pequeña
prueba cien tífi ca, o siquiera funda1nento apa–
ren te de la enorrne edad que su ponen.
En lo que se relaciona con las distintas
culturas, que algunos quieren ver en uno u
otro sitio, habrá que tornar
en
cuenta que
desde que el hombre existe, éste siempre ha
procurado
n1ejorar
sus
condiciones;
es así,
que cuando la lucha por la vida, diren)OS por
Naturally, the
·who1e
subject of
the
origin of
thes.e
peop1es is h a. sed on very s1ight fondations of
tradition,
Hnd, as
the
people possess no written records, no mo–
numents, ruis,
ronck-paintings,
or
qiiipus
to
refer to,
any
theory n.1ust necessairily depended
largely on sup–
position.
My
now opinion is
that
\ V e
have
~ufficient
reas on ab1e
evidence
to
warrant
us in believing that the–
re is a decided strain of
Peruvían
Llood in the
Chaco
peop1es.