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la existencia, no era niuy

vehe1nente,

ha po –

dido dedicarse al gay saber, a

las bellas ar–

tes, a

bus~ar

el

'~confort"

y

subir así en la

escala de cultura; al contrario, cuando por

al

g

u r a ea usa 1a

obten

e

i

ó

n

del

al

i

rn

en

to,

d el

vestido

y

lo detnás, se

vol

vieron difíciles, bajó

otra vez ia escala cultural

y

cayó a las condi–

ciones de troglodita, cosa que mejor que en

ninguna

parte

del

n1undo se puede ver en el

altiplauo

de los

Ander5.

Por lo expuesto no hay que clasificar

lJS

.encuentros arqueológicos de rnanera unilate–

ral

y

sngestionarse de que ciertos encuentros

son de un período distiuto del otro porque

la técnica sea distinta o inferior.

Un

solo in–

n1igrante, un exógarno, puede transfonnar

el

~stilo

de un pueblo o de una aldea ..

Dt~

un

valle al otro, pueden haber grandes diferen–

ciaciones de estilo

y

ser el uno

111

ucho

inás

desarrollado que el otro, pudiendo haber sido

los habitantes de an1bot1, de la

n1isrna

tribu

y

haber

vi vid o coetánea1nente.

Otra de las

cosas que hay

que

tener

siem–

pre en cuenta en las in vestiga0iones arq neo–

lógicas, es considerar que antes de Colón hu–

bo intercambio.

y

n1uchas veces no sólo coo

lejanísimas co1narcas, sino hasta con

ultra–

n1ar.

Lo que

n1ás

de las veces pasa con investi–

gadores, es

que sólo ven lo que quieren ver,

y

lo

que no les conviene, no lo ven,

para sugestio-