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BOCETOS HISTÓRICOS

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licados de1 período de Nazca, tan generalizados en la última

fase de la cultura peruana.

Intentando una c1asificación de los cerámicos peruanos,

podríamos agruparlos por sus caracteres fundamentales y por

sus formas representativas. Los hay de r epresentaciones mí–

ticas y empleos religiosos, como la mayor parte de los hallados

en las necrópolis de Nazca y Pachacamac, o los de representa–

ciones totémicas, como muchísimos de los del Chimú o de la

región yunga del norte. Otros reproducen escenas de la vida,

combates, faenas agrícolas, danzas

y

trabajos domésticos,

cacerías, pescas, viajes. enterramientos, etc. También forman

una serie los que repr'luucen plantas y animales, los primeros

de un verismo admirable

y

quizás sin más rival que las repro–

ducciones de los cerámicos chinos de este estilo; no así los ani–

males que el artista, er: el mayor número de veces. los defor–

ma, quizá si por el

h~t:ho

<le que, representando el totem de

las tribus tendían a darle caracteres monstruosos o exóticos.

Los hay, y no escasos, que reproducen escenas de vicio y fi–

guras grotescas y obc::inas

(huacos pornográficos ) , y, por

fin, un sinnúmei·o de los que se empleaban en el uso diario

como simples depósitos, y forman

la serie de las ánforas;

(

arybalos

o

ápodos

) ,

de los cántaros de cuello ancho o estre–

cho y de los platos de variadas formas.

Sin embargo, esta clasificación no puede ser rigurosa ni

estricta, pues muchos de los que ocupan la segunda categoría,

r epr.esentan entre las escenas de la vida, ceremonias religio–

sas, así como de los que reproducen animales

y

plantas, los

hay que ofrecen figuras totémicas del cóndor, de la lechuza,

Según la definición más ce>rriente, aplicada a los huacos del Perú,

tendrían éstos

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caracteres siguientes:

cuello alargado, forma de tu–

bo, invertide> en su desembocadura, en donde tiene dos

anillos u crejaE

simétricas;

hombros

estrechos,

vientre dilatado,

dos

asas

grue–

sas verticales, situadas en la parte inferior del vientre; llevan siempre

en la base del cuello, en el lado

con más adornos, un apéndice en alto

relieve que representa una cabeza de león americano o puma estiliza–

do;

su fondo es casi siempre cónico su tamaño varía desde

10,

20 y 30

centímetros hasta

1

metro de al tura.

Outes los llama

apodos,

por tener el fondo cónico. El modelo de es–

tos vasos sería originario del lu1gar, lo que demostraría su origen incaico.

Aurelio Oyarzún,

Contribución

cil

estudio de la influencia de la civi–

lización peruana sobre los abwígenes de Chile.