Table of Contents Table of Contents
Previous Page  264 / 430 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 264 / 430 Next Page
Page Background

204

HORACIO H. URTEAGA

a María en la recitación del Santísimo Rosario, así dice la

tradición, y agrega: " Fué

ést~

castigo de Dios a las ciuda–

des corrompidas. No les cayó fuego del cielo, corno -en Sodo–

ma y Gornorra, pero, contestando de modo trágico al grito

lascivo de los bailes rie los zaquizamíes de Lima y del Callao,

saiió el mar y reventó la tierra. Los penitentes que sobre–

vivieron a la catástrofe y lavaron sus sucias conc·iencias,

declararon públicamente que, bailando en traje adánico en

103

suburbios del puerto, los negros cantaban esta copla:

Que se quema el zango,

no se quemará.

Se saldrá la mar

y lo apagará.

En pocas horas, Lima se vió reducida a escombros: do

palacios, la Universidad, la Moneda, el Cabildo, diedseis co–

legios, treintiseis conventos, el Santuario de Santa Rosa, do"

casas d·e ejercicios, las cárceles, numerosos establecimientos

de rniserkordia, unas setenta iglesias y todas las casas par–

ticulares de la ciudad, a excepción de veinticinco, quedaron

en escombros. Al igual del desastre fué el dolor. Entre las

nubes de polvo se oían los llantos y los alaridos, los gritos

de socorro y de piedad partían de todas las bocas, y las esce–

nas más conmovedoras atormentaban el corazón. Madres

que llamaban a sus hijos, hijos a sus padres; voces que den–

tro de los escombros pedían misericordia y a qu·ienes no se

podía auxiliar; y entre la multitud que corría despavorida

se veían gentes semi-desnudas, heridas muchas, y monjas

enclaustradas que daban gritos de misericordia que infun–

dían espanto ". ·

Como siempre ocurre después de esta clase de fenóme–

nos, un sentimiento exagerado de piedad sucedió al desen–

freno y a la licencia que habían dominado en el pueblo. La ·igle–

sia se aprovechó del cataclismo, con la altísima sabiduría que

usa en estos casos, para intensificar los sentimientos piado-