BOCETOS HISTÓRICOS
77
Cuando los cronistas de la conquista contaron que en el
hermoso valle de Yucay tenían los Incas un espléndido jardín,
dond.e las plantas y los frutos eran de oro y plata, donde el
maíz se alzaba esbelto con sus largas hojas de plata y las ma–
zorcas de oro, cuyos filamentos caían como dorado finísimo fle–
co, y la coca y la sabrosa papa, se veían en surcos representa–
das en plantas de plata, donde el artífice había hecho verda–
deras maravillas; dichos relatos nos parecieron tan exagera–
dos, que sólo el orgullo nacional pudo darles crédito; mas, hoy,
que las excavaciones en las tumbas dan a conocer las maravi–
llas del arte antiguo peruano, la vista de los objetos desen–
terrados y el material de su factura, han concluído con nuestro
ex0epticismo.
Es, efectivamente, sorprendente, la perfección que alcan–
zaron los plateros-indios. El arte de laminar el oro y la plata
llegó a su máximum, si se tiene en cuenta los medios que para
ejecutar estas obras emplearon. Hay adornos de oro sobre
las cabezas de las momias y sobre los vestidos de los sacerdo–
tes, que tienen la finura de un papel de raso. Era sobre tod0
en los vestidos sacerdotales y en el adorno de las momias ele
personajes ilustres, en donde se hacía un verdadero derroche
de adornos de oro y plata. Se ven túnicas casi cubiertas
rlP.
la–
minillas de oro imitando pescados o serpientes, los dos prin–
cipales totémenes de los costeños, cintas frontalea
y
dfrcc>S
imitando soles. Fueron también habilísimos en el repujado
sobre el oro, hecho a golpe de mazo. Era sobre todo para sus
adornos en armas, sus vasos y sus pecheras, para las que em–
plearon la lámina arre.:mjada.
En todas estas riquezas y adelantos nos ofrece mue;;tra
el rico museo que en Lambayeque posee el Sr. Enrique Brünig,
estudioso peruanista que ha llegádo a coleccionar sobre todo
objetos de oro y plata, y que en este género de artefactos po:ee
el más valioso museo de antigüedades peruanas que se conoce.
Muestra de la preciosidad de los artefactos, son las que expo–
nemos en los grabados que exornan este artículo y que hemos
escogido de entre más de un centenar de fotografías, que ha
tenido la amabilidad de remitirnos, y a quien agradecemos el
envío y estimulamos para que dé a luz los valiosos trabajos de
filología y arqueología que emprende. El, en el silencio de su
retiro, pero en contacto con los yunga¡;, 1ue aún conservan las