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HORACIO H. URTEAGA
guntas de los peregrinos que acudían a interrogar. Alcanzó
mucha celebridad el oráculo del Rimac, situado en el cen–
tro del valle del Rimac
y
cuyo famoso santuario es posible que
se hallara en la enorme guaca ( huaca ) del actual fundo de
Limatambo (
estancia del que habla
) .
Los sacerdotes de ese culto usaban largas vestiduras blan–
cas de finísima tela, bordadas con primor y cuyas muestras
se pueden apreciar por las que posee el Museo Prado y que
se reproducen en las láminas adjuntas a este estudio. Se ceñían
la cabeza con unas mitras o turbantes, y en las circunstancias
solemnes con un chuco, que remata!)a en cabezas de animales
feroces, dragones, pumas o sierpes, y que simbolizaban los
dioses protectoras de la tribu de origen, los totémes de la par–
cialidad.
Hacían sus sacrificios colocados en rueda, el sacerdote
principal al centro, al que rodeaban los auxiliares; un túmulo
central recibía el holocausto de animales o chicha, que lo con–
su_mía el fuego, acompañando al acto danzantes
y
músicos.
Habían también sacerdotisas consagradas al culto de la
Luna; se llamaban
Acllascas,
debían tejer finas ropas para
los sacerdotes
y
mantener el aseo
y
primorosidad en los santua–
rios. Eran celosísimos en la virtud de la castidad, a creer al
autor de la
Relación Anónima
(
10 ) , aunque según declara–
ción de un cronista (lOa), frecuentemente tenían relaciones
ilí–
citas con los agoreros o sacerdotes; con todo, cuando se les sor–
prendía en alguna liviandad, se les ca tigaba severamente o
con la muerte. ( 11 ) . Esta se aplicaba en la costa, despeñán–
dolas con el cómplice de su crimen, asistiendo al acto el jefe
de la
tribu,
los
sacerdotes
y, a veces, la tribu entera; cerca
del
lugar del suplicio
se colocaba, en oca iones, la figura del
ídolo Principal. Varios de los cántaros de los yungas, segu–
ramente de uso religioso, reproducen esta escenas sangrien–
tas. Al criminal, a esino, blasfemo o üreverente con
el Príncipe, se le dabn una muerte cruel, mutilándole a
Yeces se le perdonaba la vida, para afrentarlo
y
e rarrnentar
(lOr,-TRES
RELACIONES.
p.
181-1
5.
(10a)
~Relación
de Pedro Pizarro, COL. URTBACA-Rom:RO,
t.
VI.
(11)
.-Como
se
constata por las escenas representadas
en
los
huacos.