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No
permita~
que 1cnga podttr alguno sobre
mi
a~
m a: defendedme cuanto hay en mi, inte–
rior y exteriormente.
Alcanzadnos. el perdón de nuestros recados:
l'éanos dada por vuestros rutgos la gracia del
Espí1 itu Santo.
Ayndadnos á hacer frutos dignos de peni–
tencia: para que con una nmerte dichosa nos
lleguemos á Dios.
Mostradnos, entonces placentero
y
afable, el
fruto glorioso de vuesto virginal vien
l
re. Gloria.
Ant.
Hared, Señora, que con dichoso fin á
Dios nos presentemos: mostradnos entonces
aplacado el fruto glorioso de vuestro virginal
vientre.
Ant.
Guiadme. _....
SALMO. 129
Desde el profundo abismo de mis miserias
clamo á tí, Seño1 a: escuchad, .Madre pia-dosa,
benignamente mi voz.
~stén
atentos vuestros oidos, á las alabanzas
que mi voz o;; dirige para glorificaras.
Libradme del poder de mis enemigos: con–
fundid su astucia y disipad los esfuerzos que
hacen contra mí.
Sa1vadme en el día aciago, y en el de mi
muerte no os olvideis de mi alma.
Guiadme al puerto de salud: quede mi nom.
bre e!'crito desde ahora en el libro de les justos.
Gloria&.
Ant.
Guiadme, Sefíora, al puerto de la salud:
quede mi nombre escrito desde ahora- en el
libro de los justos.