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Caminaba corcovea nc1o cnn su car·
ga
i
exclamando: ay! como me hin–
can las uñas de los pajaritos ·ay co-·
mo me punzan las patas de lo s pnja–
ritos!
Impaciente por su tardanza , le ·es–
J>lTtba n
cn
el
dintel r!e la
e 1tl'\' H,
la
zorra
i
sus
hiju elos,
que
a l ve rle, lo–
cos ele e.ontento saltan, brin ca n,
~.e
npnrraµ;nn, se rcn1elcan,
i
la mui
sc–
iionJ11a
muellemcntc reeostél dél la–
mía
i
relamía llena ck at i. !"acción
~u
a filarlo hocico.
El fatigado zorro siempre g rnñen–
d o exclamaba: ¡ay como me hincan
las uñas de los pajaritos! ¡ay como
me punzan las patas de los pajaritos!
Llegó
a
la
frfü
mornda,i cual una a–
valancha
precipíta nsc sobre
el magní–
fic(¡ pre ente, ma dre é hijos, para ali–
o·crar tamaña carga; pero retroceden
\.:Hriaeonkcido. a l contacto de las u-
11a •
d
los pajaritos.
El
zorro ensangrenta do
i
muerto
<..le cn11
a ncio arroj«'> su carga al sue–
lo orclc:nand o ante.. e coluqucn en a –
·e ·ho en la cn trncla para evitar la
fu-
ga ck
la: palomita.
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w ri o!1e.,
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den lún:rnn. e .:ol re la ye rba que lo cu-