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3g8

BIBLIOTECA HISPANO-AMERICAN A

[JARABA

terreno, ó si los tiene, desdeña la s flores por remontarse

á

las estrellas. Final–

mente, en esta narración no pued o dejar de confesa r que me acobardan las tres

dificultades y la ignorancia que Salomón publicó de sí: tuvo dificultad este sabio

H.ey

en explicar el presuroso vuelo con que la reina de las aves penetra las nu_

bes, el camino de la serpiente cuando se arrastra po r las piedras ó riscos, y la

veloz carrera de la nave que en la mitad de l golfo incocstante, sin tener vereda

que seguir, encuen tra ru mbo para tomar el puerto; pero lo que ig noraba del todo

Salomón era el camino del hombre en s u pequeñez. Estas mismas dificultades

y

esta ignorancia siento al escribir la vida de este varón divino; porque venero en él

una águ ila elevada en a las desu con tem plación, bebiéndole los ra yos con tinuamen te

al mejor sol, en cuya presencia vivía siempre. Una humilde serpiente, que abati–

da en su propio conocimiento caminaba so bre las piedras porque no le quedase

rastro

á

la veneración, y entre los riscos deleznables de la humana fragilidad fijó

las plantas, tan seguro con el socorro de la gracia que mo ntó la cumbre de la

perfección, sin desl izarse

á

los des peños de cu 1pa gra ve. U na velera na ve que bu

f–

Iando las inquietudes d e l mar amargo de esta vida, llena de preciosos tesoros de

virtudes y gracia,

él

pesar de las tem pt!s tades tomó d icboso puerto en las serenas

playas de la gloria, donde descansará eternamente. Pero lo que ignoro del todo,

es el camino de su infancia, porque en todo el informe jurídico que se hizo en

esta corte no hay memoria de ella. Puede ser que se calle la infancia de nuestro

Juan, por el mismo motivo que discurría San Ambrosio haberse callado la del

Bautista; esto es, por no haberle impedido la infancia á ser gran santo en ella,

y

que en é!';ta se ejercitase el venerable Padre A110za en todas las virtudes, puéde–

se colegir de que en ve.inte años qLle vivió en el siglo no perdió el resplandor de

Ja gracia que en el bautismo lo ilustró, po rque ésta la conservó aumentándola

siempre hasta su feliz muerte. No obstante, me valdré de algunas noticias que

hallo aseguradas en la vida de este gra i1de hé roe, que empezaba á escribir en el

colegio de Guamanga, donde murió siendo

~u

recto r

y

escritor de esta Vida el Pa–

dre José de Varela, calificador del Sant o Oficio, catedrático que fué de Primaen la

Universidad del Cuzco,

y

este Nláximo Colegio de San Pablo de Lima, varón doc–

tisimo y de muy escogidas noticias que me reció conocer al venerable Padre Allo–

za y pudo haber averiguado la verdad de ellas de los que le trataron en

su

nifiez.

«En lo restante de su vida he de referir favores singulares, que recibió el

venerable Padre de N uestro Señor Jesucristo

y

de María San tísi ma, ci tando un

escrita. que con título de Memorial escribió él mismo de su letra, casi todo en

idioma latino, fuera de dos ó tres hojas castellanas, que fueron las últimas.)

Muchos de los datos anteriores los hemos tomado de apuntes inéditos de

Torres Saldamando.

y

ya que del P. Alloza se trata, véase

La Revista de Lima,

t.

1,

p.

70.

JARABA

y

BUITRÓN (PRANCISCo).-Número 1477.-Colegial de San Fe–

lipe, abogado, oriundo de la villa de Camaná, hijo del sargento mayor Pedro Ja–

raba y deBeatriz de Buitrón y Mujica, naturales de Arequipa. Estudió latinidad,

retórica

y

cánones y leyes en la Universidad de Lima, teniendo muchos actos

literarios, hasta graduarse de bachiller en cánones y leyes. En

1b56

hizo oposición

á

una cátedra en el Colegio de San i'elipe, obtuvo la beca en él, y en 1658 entró

en posesión de la cátedra de Digesto Viejo en dicho colegio. Después de hacer