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DI! LAS $AUNAS.
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las más ricas·
é
abund~ntes
provincias que se·han déscubie1:to
en este nuevo Imperio de Indias, poblada de señores podero-
.sos,·
é
que si los españoles fuéran diestros en .la
co~qui~ta
é
tuvieran
cono~imientÓ.cle l-0~)n.dios ~
fue1
1
an señores
d~
gran-.
des riquezas' porque 'en todos los pueblos de esfa
~egioo
' tel"" .. _·
· nian los
bfu:b.aros. mnchos
é
muy s.untuosos .te1nplos llenos
de muchas riquezas
1
así oro como esmeraldas, ·todo dedicad·o
é
·ofrecido al diablo, de ·quien muchas figuras tenían que
adoraban. --
: ·
Los españoles, como enlraron
Jen
esta .provincia no se
dieron buena maña en recoger el oro·, por -lo cual perdieron
de haber la mayor parte, que los indios escondi_eron, aunque
fué
lo que se halló más de quinientos mil pesos,
é,
si recogie–
ran lo que babia en los santuarios, pasara la cantidad de mi–
llon é medio
é
más. Una laguna hay muy grande en aquella
provincia de ]3ogotá, que si S. M. la mandase desaguar saca–
ria harta cantidad de oro
y
esmeraldas, que los indios anti–
guamente han echado en ella. Pues estando los españoles de
Santa ·Marta,. primeros· descubridores de aquellas prevíncias,
·en Bogotá, aportó allí otro Gobernador de Venezuela, de na–
cion aleman, Jlama<ilo Fedreman , el cual babia tieml'lo de
más de un año que, saliendo de su provincia, babia andado .
descubriendo por muchas tierras.
é
provincias.,
é
despues de
haber pasado grandes trabajós aportó con su gente á Bogotá,
como decirnos. Lo que pasó entre estos dos capitanes no
t~o
yo rara qué dar cuenta de ello, pues es fuera de nues–
tra obra; y estando ellos en diferencias, iba Belalcázar cami–
nando Eºr el valle de Neyba , é tuvo aviso de los indios que
tomaban cómo habia cerca de allí españoles,
é
cómo venia
un crapitan con algunos de ellos hácia donde él estaba: el cual
era el capitan Iíernan Perez de Quesada, hermano del gene- ·
ral Jimehez, licenciado ya nombrado, que salia á correr la
tierra por aquella parte. Como los unos tuviesen noticia de los
otros se diero-n priesa
á
anda1•,
y
desque se vieron mostraron
grandísimo placer los unos de los olros, aunque los españoles
del Perú se quejaban de sí propios porque con diligencia no