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DR LAS SALINAS.

429

alguna üebre; é habían andado legua

é

media de subitla,

é

cayendo

é

levantando cobraban aliento con esperanza de

hallar agua para poder volverá descansar, mas no la pudie-

ron hallar.

·

Mango Inga, teniendo aviso de la venida de los treinta

cristianos,

é

del cansancio

é

fatiga tan grande que traían , é

cómo venian sin caballos, cabalgando en uno de cuatro que

allí tenía, teniendo en la mano una lanza jineta, dijo

á

los

bárbaros que con

él

estaban, que ya he dicho no ser más de

ochenta , que se animasen

y

aderezasen para ir contra los

treinta cristianos que venían, pues el calor

é

falta de agua

los trnia casi muertos;

é

diciendo esto, mandó

á

tres princi–

pales de su linaje que cabalgasen en los otros tres caballos

que digo tenian,

é

se apercibiesen para ir contra los españo–

les, los cuales ya no podian compadecerse ni caminar por el

grnn calor

é

sed, que ll evaban casi secas

y

sin virtud las ga r–

gantas.

É

por consejo del capitan Villadiego pararon cerca de

lo alto con voluntad de hacer reparos para el sol , de algunas

manlas

é

cañas;

é

ya que querian parar, fueron delante cinco

ó seis mancebos diligentes, de los que más descansados se ha–

llaban ; para mirar lo que habia,

é

ya que habian andado un

poco de trecho, oyeron el ruido que Mango Inga traia con los

caballos

é

indios con que ya venian

á

dar en ellos,

é

como

los vieron volvieron Ja¡; espaldas, sin senti1· nenguna sed ni

cansancio,

á

dar aviso

á

sus compañeros. Villadiego, oyendo

que los indios estaban tan cerca, á gran priesa con el peder–

nal sacó lumbre que bastó á encender las mechas,

é

mos–

trando buen ánimo éargó el arcabuz,

é

dijo á los españoles

que no temiesén á los indios ni desmayasen en verse sin ca–

ballos, que Diqs nuestro Señor sería con ellos

y

en su ayuda,

é

que tomasen sus armas; mas estaban tales que tenian los

espald ares secos de la sed,

é

con el cansancio estaban enfla–

quecidos. Y aunque conocieron los enemigos estar cerca de

allí, no les pareció que eran poderosos

á

defenderse,

é

de–

cian que por tener Vil ladiego poca experiencia ele la guerra

habian de ser todos muertos; mas au nque esto platicaban, no