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CAPÍTULO LXXVIII.
Cómo el capitan Peranzures se partió con su gente,
é
de los
trabafos grandes que pasó, é de .cómo los españoles tuv1:e11J?i tanta
hambre 'que rnurjeron rnás de ciento
é
veinte,
é
de
lo
demas que
su~edi6
hast.a
s~lir
de los montes.
No me culpe el lector porque hago digresion en las guer–
ras civiles por contar otros acaecimientos;
y
si miran
sola~
menté
á
mi intencion no me culparán, pues las cosas que
pasaron entre una guerra
y
otra particularmente no se po–
drían contar, ni· la historia sería sino una confusion sin órden:
é
pues teniendo el libro en las manos pueden ver lo que más
les
agr~dare,
no unjan que yo ignoro que guerra
é
conquista
de indios no era cosa decente juntarla .con las civiles, mas
no podría concluir con Ja órden qué en
ro.islibros llevo.
É
á
los qLle viven en el tiempo presente,
é
á
los que han·de nacer,
ruego sea ante sus acatamientos recibida mi humildad
é
lla–
neza de estilo con amor, mirando que soy tan ignorante que
mi débil
é
Oaco juicio no era capaz de intentar de salir con
obra tan grande;
é
cqncluido con este descubrimiento
é
con
las otras conquistas, volveremos
á
nuestro cuento de las guer–
ras civiles.
Habiendo, pues, descansado Ja gente que vino con el ca–
pilan Peranzures en el río el · término que hemos contado,
luégo se partie.ron de allí derechos á Ja provincia de Tacana;
la comida que allí bobo toda se gastó, que no sacaron nen–
guna para se poder sustentar,
é
yendo caminando con el lra-