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CONDE DE LA MON LOVA.
sierra; ni los que buscaban trabajadores forzados,
tenian empeño en reemplazará gran costa servi
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cios, que retribuian á su arbitrio con salario malo
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escaso. Los esclavos quedaron casi enteramente
confinados en la costa; y, aunque fué constante
su introduccion, sea por Panama, sea por Buenos
Aires, pocas veces excedió de 50,000 su número en
el territorio actual del Peru. Los mas sucumbian
,
.
prematuramente, ya por el abuso de los deleites,
ya por los sufrimientos de su tristísim3:condicion,
que los condenaba á trabajar con exceso, mal ali–
mentados, al impulso del látigo. Los que en las
ciudades participaban del
bie~estar
de las familias
ricas,
olla
el).
gar e
á
n
ibert'nage infe–
cundo, y
1
mug res confun ian su sangre con
la de otra
az
. La
neg~a
,
~
ue en las hacien–
das pudieran
er~e
uarla sin mezcla, rara vez
lograbán n1uchos hijos; por que
sol~an
ir
á
las
rudas tareas del .campo, poco antes, ó cuando
apénas acababan de ser madres. De esa suerte la:
infecunda esclavitud, reclutada de contínuo en
Africa, contribuía poco á aumentar el número de
habitantes.
La raza blanca distaba mucho de ofrecer el
gran desarrollo, que prometían su posicion privi–
legÍada y los recursos del país. Con las rarísimas
excepciones, que permitía la excepcional
composi-