CQNDE DE LA MONCLOVA
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profunda
y
de la mayor trascendencia hiriendo
de muerte el monopolio colonial y el secular
aislamiento; pero no venian á ejercer piráticas
invasiones, sino que, despues de reconocidas las
costas de Patagonia, ibrtn á hacer un comercio,
aunque reprobado por la 1ey, de interés recíproco.
Las apacibles relaciones debian ser pronto facili–
tadas por el advenimiento de un Borbon al trono
de España bajo la proteccion de Luis XIV. Desde
que este poderoso monarca se habia declarado
defensor de
J
acobo II, desposeido por los ingleses
á causa de sus ideas católicas; ya no se miraba
en las colo ia eomo hereges á los blilenos fran–
ceses.
Antes
e
e introdujera en el Pacífico el
comercio francés) estaba desapareciendo el de los
galeones. Bajo Monclova, que continuó gober–
nando despues de la muerte de Cárlos
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hasta
1705, solo salieron del Callao dos armadas, la
de 1690, que registró unos 30,000,000 de pesos, .
y
la de 1695, cuyo cargamento mucho ménos
.precioso se perdió en el saqueo de Cartagena. El
buque, en que por la interrupcion de las armadas
debía venir de Panama el Conde de Canillas,
traj6 al Callao efectos prohibidos de Filipinas,
comprados en Acapulco por valor de mas de dos
millones. El contrabando, siempre proscrito con