320
O JDE DE LA MONCLOVA.
cido número de habitantes dispersos, hetero–
géneos úopuestos en afectos é interéses. La fuerza
de la autoridad se gastaba á menudo en las for–
~alidades
de la etiqueta, estimadas á propor–
cion de la debilidad que encubren, y que en
verdad debia tener n mucho el gobierno colo–
nial, fu erte olo por la apariencias. Con mas
daño suyo solían perder el tien1po
y
la actividad
los empleados
y
tribunales del Vireinato en
cuestiones de competencia á que daban sobrado
lugar la variedad é incoherenc-ia de atribu–
ciones y de fueros.
~as
mas reñidas como las
mas peli gro
competencias ocurrían ya entre
'
la autorid d ci
il
y
ecieis~ástica,
comprometién-
dose ent6n
Jos poderes del :@st-aGl0
y
de la Igle–
sia, ya ent re el Wire , representan e de la so–
bera nía, y la audiencia, que reclamaba la inde–
pendencia de la justicia. El amor á la conci–
liacion, que caracterizaba á Monclova, alejó
en su tiempo los mas perjudiciales altercados;
pero no por eso pudo entregarse á la plantifi–
cacion de grand s reformas . Fuera de que le
faltaba el espíritu emprendedor de Palata, nunca
hubiera estado seguro de -tener el tiempo y la
t ranquilidad necesarias para llevarlas á cabo. A
los pocos años de gobernar tuvo nombrado por
sucesor al Arzobispo, quien
Vl8JO
y achacoso,