9 D. MELCHOR DE NAVARRA Y ROCAFUL.
derla
' todos; lo que impondria al tesoro un
grav men insoportable. La única gracia, que
pudo alentar á leales servidores, fueron dos hábi–
to de antiago, de que se hizo merced al capitan
de infantería
y
al de caballería, mas antiguos.
Algo e lisongearon tambien las milicias con las
exequia , hechas de real 6rden en todos los domi–
nios españole á cuantos perecieran en el servi–
cio de la guerra ;
y
alguna retri bucion se daba
á lo que eran ocupados en las guardias ú otros
pue to , que le
impedian ejercer sus profesiones
respectivas.
En el es-tado mili ar pocos arrre lo_s podian
hacer e de
r 'cte e table
y
transcendental.
ropiamente no
xistia
el
1reinato la car-
rera de la,
os
q_
ue no eran forzados á
servir en los
ífesidios, solo se alistaban volun–
tari mente por obtener alguna paga, fueros
6
honore , no a pirando, ni trabajando por un
porvenir, que careciade garantías . Por lo <lemas,
lo
ervicio ma con tantes de la fuerza armada
e limitaban á las guarniciones de Buenos Aires,
Concepcion
allao
y
anama. En el interior, si
ocurr1 n ho
ilidade con los alvages fonterizos,
li
n
er por haber
revocado sus incur iones
on l
<lema ía
1
rgo de cuido· la
oca
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ue e concertaron como l
dirigida
l