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de diez pasos, y en aquella doblaua la vna cerca
sobre la otra, a manera de rebellin, de suerte que
era malo de passar auiendo quien lo deffendiesse.
A tanto, que solos seis taxcaltecos esperaron a
seis hombres de a cauallo que auian entrado por
el rebe!Ün, y l<;!s mataron dos cauallos, de dos
golpes de espada, que traen a su vsan<;;a, que se
affirma por verdad que el vno de los yndios cor–
to cercen de vn golpe el pescuezo del cauallo con
las riendas, y la cabe<;;a cayo en el suelo
(1) .
E~
este lugar tuuieron los .españoles grandes r ecuen–
tros
y
batallas con los taxcaltecos, porque no pa–
sassen mas adelante, teniendo entendido que los
xpia~os
venian en favor de los mexicanos, y assi
pelearon en vezes con mas de ciento y quarenta
mili yndi os bien armados a su manera y usan <;;a.
Las espadas que los y ndios mexi canos y taxcalte–
cos vsauan nu eran de hi erro, ni de otro metal
alguno, sino unos palos mu y rezios de roble o de
enzina, bien labrados a manera de espadas, con
sus .manijas, y en los filos
y
corte dellas ponian a
la
larga vnos dientes muy rezios de pedernal.
como diamantes, o de nauajas negras muy cortan–
t es, las quales apegauan con vn cierto betumen
muy pegajoso, que eran bastantes a cortar de vn
golpe vn pescuezo de vn toro, quanti mas de vn
( r)
L os
que
entraron por el rebelt'n fuer on Juan de
-Garnica, L orenzo Juarez, Alonso de Cab1-era, Alonso de
Fuensalida y otro.
(Nota ma rgin al.)