260
prendieron en Andaguaylas; por lo qua! el Maes·
tro de Campo lo mando ahorcar, y tambien a los
tres vizcaynos, aunque no condenaron a ninguno,
a los quales mando primero confessar.
Al tiempo que ahorcauan a Pedro de Bustincia,
dixo en alta boz que ynconsideradamente auia
condenado a todos ks capitanes del real exercito
cre)\endo que por aquella via auia de escapar con
la vida, y que por amor de Dios, Su Señoria le
perdonass.e, pues se auia atreuido de querer qui–
tarle la vida y que todo
lo"
que auia hecho, auia
sido por seruir en ello a Gorn;;alo Pi<;;arro. He·
'
cha esta justicia, el Presidente supo despues' por
vias exquissitas
y
secretas de los hombres que
auian sido en la trama contfa su persona y vida,
y porque nadie entendiesse lo mue.ho que el sen–
tía,
y
de lo <lemas· que sentir deuria en el casso,
disimulo .con ellos con gran cordura y prudencia,
y
no les dix<;> nada, cantes lo guardo en su secre-.
to pecho
y
comen<;;o de conversar con ellos, con
gran cordura, muy familiarmente.
Despues destas cosas pasad;is, se . hizo reseña
general para ver
qu~
capitanes
y
soldados se
auian. ajuntado, y hallaron que .auia seiscientos
y
quarenta hombres de a cauallo, que todos estauan
armados de coseletes, arneses, corazinas
y
muy
buenas cotas. Y mas auia ochocientos
y
sesenta
arcabuzeros, muy buenos y aptos ·para dar la ba–
talla, y seiscientos piqueros, que muchos dellos
tenían muy buenas cotas y otras armas offenssi-