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prendieron en Andaguaylas; por lo qua! el Maes·

tro de Campo lo mando ahorcar, y tambien a los

tres vizcaynos, aunque no condenaron a ninguno,

a los quales mando primero confessar.

Al tiempo que ahorcauan a Pedro de Bustincia,

dixo en alta boz que ynconsideradamente auia

condenado a todos ks capitanes del real exercito

cre)\endo que por aquella via auia de escapar con

la vida, y que por amor de Dios, Su Señoria le

perdonass.e, pues se auia atreuido de querer qui–

tarle la vida y que todo

lo"

que auia hecho, auia

sido por seruir en ello a Gorn;;alo Pi<;;arro. He·

'

cha esta justicia, el Presidente supo despues' por

vias exquissitas

y

secretas de los hombres que

auian sido en la trama contfa su persona y vida,

y porque nadie entendiesse lo mue.ho que el sen–

tía,

y

de lo <lemas· que sentir deuria en el casso,

disimulo .con ellos con gran cordura y prudencia,

y

no les dix<;> nada, cantes lo guardo en su secre-.

to pecho

y

comen<;;o de conversar con ellos, con

gran cordura, muy familiarmente.

Despues destas cosas pasad;is, se . hizo reseña

general para ver

qu~

capitanes

y

soldados se

auian. ajuntado, y hallaron que .auia seiscientos

y

quarenta hombres de a cauallo, que todos estauan

armados de coseletes, arneses, corazinas

y

muy

buenas cotas. Y mas auia ochocientos

y

sesenta

arcabuzeros, muy buenos y aptos ·para dar la ba–

talla, y seiscientos piqueros, que muchos dellos

tenían muy buenas cotas y otras armas offenssi-